A mediados de los cuarenta, Mariano Arias reformó el local, pasando el salón de baile a la primera planta. Asistió a la inauguración el alcalde Matías Pérez Colino. Sirvió el banquete La Servanda: paella, langostinos, pollo, postres, café, licores, champán. Esta fonda hotel estaba en la calle Once mil vírgenes, y anteriormente se llamaba de Servando Nieto desde 1885, al fallecer siguió su mujer Servanda, y sus hijas Encarnación y Juanita, hasta 1946. Era establecimiento moderno para sus tiempos. El primer lugar en tener un gramófono o fonógrafo de trompeta. Allí se celebraban los banquetes de boda y reuniones de la clase alta.

Los Rítmicos

Cuando alguien interrumpía a una pareja que estaba bailando preguntaba ¿se cede?, y se cedía, aunque estuviera con su propia novia, lo que provocaba discusiones

En 1953 se mejora el patio de La Obrera, con vistas a la instalación de una pista de baile. Aquí se celebraron esos bailes de galanteo que marcaron toda una época, de casados, de reyes, de carnaval, navidad, encina. Al llegar se dejaban los abrigos en el ropero regentado por Lolina. Un cordón de asientos alrededor de la pista permitía a las madres ejercer de carabina, o en su lugar de una persona responsable para dar permiso. Normalmente las chicas no bailaban entre ellas; tenían que esperar a que las sacaran. Las canciones eran más largas y cada pieza se podía “robar o cortar” varias veces, de tal forma que a lo largo de una misma pieza podía bailar con 4 o 5 chicos. Cuando alguien interrumpía a una pareja que estaba bailando preguntaba ¿se cede?, y se cedía, aunque estuviera con su propia novia, lo que provocaba discusiones.

Algunas señoritas en los bailes “comían el pavo” eran las que permanecían sentadas, sin ser invitadas a bailar. Aquí el portero se encargaba de revisar las piernas de cada dama para asegurarse de que, como era obligatorio, cubría sus piernas con medias y se establecían multas por falta de compostura, como a las mujeres por alzar la falda para que les vieran las medias. No era mal oficio. Se exigía corbata a los hombres y medias a las mujeres. Hasta 1980 no se retiró la recomendación de utilizar chaqueta y corbata o algo similar en los bailes.

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Por las tablas de La Obrera pasaron entonces las más fulgurantes estrellas del mundo de la canción y las mejores orquestas de Galicia: Pucho Boedo y los Tamara, Sintonía de Vigo, Ciudad de La Coruña o Los Satélites. Y del Bierzo como Tarfalla, Mastaba, Viento Norte, Continental y Goyo, Mixtura, Trevinca, Ipanema y Versículo IV, teloneros habituales a principios de los 70 de las estrellas que pasaban por la discoteca Temple. En diciembre del 70 lo hicieron en La Obrera, junto a Los Condes de Talavera de la Reina.

El portero se encargaba de revisar las piernas de cada dama para asegurarse de que, como era obligatorio, cubría sus piernas con medias y se establecían multas por falta de compostura

Sin olvidar que dieron las primeras oportunidades a los llamados conjuntos músico vocales, como los Los Rítmicos, Semifusos, Diablos Blancos, comandados por Ángel Cacharrón, Luis Boya, Manuel Prieto, Eugenio Juan y José Hernández ‘Pepito’ y los Tres mosqueteros y D’Artagnan que lo complementaban con actuaciones en el Casablanca, ahí estaba Toby, a la batería, que tocaba también las campanas en la Basílica.

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Algunos de estos datos creo que pueden complementar el espléndido libro de nuestro amigo el historiador Jota, sobre la historia de La Obrera de Ponferrada.

Los Rítmicos, Semifusos, Diablos Blancos, comandados por Ángel Cacharrón, Luis Boya, Manuel Prieto, Eugenio Juan y José Hernández ‘Pepito’ y los Tres mosqueteros y D’Artagnan daban sus primeros pasos

Por tanto, es bueno recordar la idiosincrasia de las tierras bercianas y de los bercianos, auténtica zona histórica donde las haya, cargada de elementos característicos, que no disuelven, sino muy al contrario nos unen y nos hacen sentirnos más integrados. Todo el esfuerzo sería inútil si no somos capaces de transformarnos nosotros mismos en espíritu, actitud o trabajo, favoreciendo que La Obrera resplandezca como se merece. Con un ruego, mantener las manos unidas en un trabajo por el futuro, que será con nosotros o sin nosotros. Tenemos un comodín único en toda la baraja: El Bierzo.

Toño Criado es periodista. Texto extraído de su discurso como mantenedor de la entrega de insignias de La Obrera de 2019