Hay victorias que crecen en significado por las circunstancias. Si ganar una etapa en la Vuelta al País Vasco ya resulta especial, más lo es si se trata de la reina de la ronda, con una BH en ‘casa’ de la mítica firma de bicicletas, la primera profesional con una máquina con bielas Rotor de las que evitan los puntos muertos y en un “día de perros”. Y las connotaciones aumentan si se trata de César García Calvo, el ‘Jabalí del Bierzo’, en una de sus típicas escapadas maratonianas con el pelotón al acecho en la recta de meta. “Por la afición que hay allí, por los grandes ciclistas que corrían, por los equipos y por la gran repercusión que tenía”, añade el berciano al justificar la elección para el recuerdo del día en que ganó la etapa reina entre Zalla y Vitoria de la Vuelta al País Vasco de 2002.

César García Calvo, durante su etapa en el Relax Fuenlabrada
El berciano, que completó una escapada de 157 kilómetros, cogió en un repecho a Unai Etxebarría, a quien derrotó en la línea de meta con el pelotón llegando apenas a cinco segundos de diferencia
El caso es que las circunstancias de partida no eran nada halagüeñas. “Veníamos de chupar miseria como cosacos tras dos semanas haciendo clásicas en Francia”, cuenta García Calvo para situarse en el comienzo de aquella Vuelta al País Vasco con los colores del Relax Fuenlabrada. Llegó en el segundo grupo tras la primera etapa; y en la segunda se metió en las escapadas ya casi desde el comienzo en “un día de perros” hasta sumar 157 kilómetros. El propio recorrido fue haciendo de criba, sobre todo al paso por el Puerto de la Herrera. El berciano cogió en un repecho a Unai Etxebarria, a quien derrotó en la línea de meta con el pelotón llegando apenas a cinco segundos de diferencia al final de la jornada.
El ‘Jabalí del Bierzo’, el segundo deportista así apodado dicen precisamente que por su parecido físico con el primero, el futbolista faberense Marianín, tocó el cielo aquel 9 de abril de 2002. Y al día siguiente terminó hospitalizado. Sufrió una “tiritona” que derivó en hipotermia, lo que le obligó a retirarse de la ronda vasca. Siguieron los percances poco después con una caída en la Clásica de Amorebieta que le ocasionó una fractura de muñeca, una lesión que condicionó la temporada hasta el punto de no ser renovado por el Fuenlabrada y acabar su carrera la temporada siguiente en las filas del Labarca2-Cafés Baqué. “Y aunque no gané nada, fue el año en que más anduve”, destaca.
César García Calvo se había ganado la etiqueta de corredor combativo desde la escapada junto al francés Jacky Durand en la primera etapa en línea de la Vuelta a España de 1999. Dos años después se llevó la última clasificación de las metas volantes de la ronda española, que este año sigue desde el televisor con los dientes largos por ni siquiera haber podido acudir como espectador a los finales en alto de la Farrapona y el Angliru residiendo en Asturias, un buen contexto pese a todo para recordar aquella etapa reina de la Vuelta al País Vasco en la que terminó subiendo al podio.
Al día siguiente de vencer en Vitoria terminó hospitalizado. Sufrió una “tiritona” que derivó en hipotermia, lo que le obligó a retirarse de la ronda vasca. Luego sufriría una rotura de muñeca en la Clásica de Amorebieta

Crónica del día siguiente del diario deportivo ‘Marca’

Crónica del día siguiente del diario deportivo ‘As’