En esta misma Calle El Paraisín estaba el Salón de Viuda de Nieto (Maximino), que era la madre de Elvio Nieto y de Héctor, desde 1890. Era cafetería, y fábrica de gaseosas también, y el baile. que era a base de manubrio con el chotis principalmente. Su hijo Héctor en 1913 pondría ritmos más frenéticos al inaugurar el café de Héctor Nieto Caamiña, al principio de la Avenida de España. Era el primer local en la historia del Bierzo donde se presentaban espectáculos de variedades llegados de todo el mundo, sobre todo el Can Can. Irrumpió con fuerza en los famosos bailes de Carnaval, haciendo la competencia a La Obrera, La Tertulia y el Teatro Principal.

Imagen antigua de la sede de La Obrera, en la calle El Paraisín, con la torre de la Basílica de la Encina de fondo

En 1905, La Obrera recibió críticas por contratar a la Murga Gaditana, que tocó varios cuplés calificados por la Revista El Clamor del Bierzo de inmorales

Por los años veinte del siglo pasado, los únicos que disponían de armas de fuego eran la fuerza pública, los curas y la gente acomodada. El conde de Maceda era un asiduo en esos días a las cacerías en el Bierzo y estuvo alojado en Ponferrada, aquí enfrente, en el Salón de Viuda de Nieto.  Este grupo de cazadores concurrieron a una montería en las sierras de Cabrera, y en la que se dio el caso rarísimo de que uno de ellos hiciera carambola, matando dos jabalíes.

En sus comienzos La Obrera competía en bailes nada menos que con el Teatro Principal, en la Plaza del Ayuntamiento, construido por la Sociedad Ponferradina de Teatro en 1845, que convertía la sala de butacas en salón de baile.

De los afiliados a La Obrera Teodosio Cuevas y Jacinto Palacios, en 1908 salió otra sociedad, El Recreo Berciano Sociedad Benéfica Recreativa, café y salón de baile

Como teatro espectáculo estaba también en 1925 el Monopol, en la calle Antolín López Peláez. En 1931 algunos vecinos presentan quejas contra la actuación de artistas, por entender que salen desnudas, provocando escenas pornográficas que producen vergüenzas. Las mismas quejas se repitieron años después al abrirse el Suleica. Ya unos años antes, en 1905, La Obrera recibió críticas por contratar a la Murga Gaditana, que tocó varios cuplés calificados por la Revista El Clamor del Bierzo de inmorales.

De los afiliados a La Obrera Teodosio Cuevas y Jacinto Palacios, en 1908 salió otra sociedad, El Recreo Berciano Sociedad Benéfica Recreativa, café y salón de baile; después bar Avenida con bailes en la parte de atrás; antes de llamarse Recreo, estuvo muy poco tiempo el Salón de Héctor.

En la calle El Paraisín, también la tienda de sombreros de Antonio Neira con el letrero; ¡Alto aquí, los mejores sombreros y gorros se venden aquí! ¡Y más barato!

El Hotel Castilla. Aquí enfrente fue ya en los años 20 tomado en traspaso por Cesáreo Gómez Álvarez ‘Carburo’, que después le cambio el nombre por Lisboa y años después de emplazamiento. Al dejarlo Carburo, volvió a llamarse Castilla 1948 y después se instaló el bar Amancio y luego el bar Arias. Ambos tuvieron servicios de comidas y disponían de algunas habitaciones de lo que había sido hotel.

En la Calle El Paraisín, en los años cincuenta, escuela de Don Severino, pegada a la izquierda del arco la casa del señor Porras, notario, y enfrente la casa de la familia Marqués, la casa del abogado Pedro Alonso.  Y cerca la de Agapito de la Mata, y Ricardo Gavilanes.

En la Calle El Paraisín, también la tienda de sombreros de Antonio Neira con el letrero; ¡Alto aquí, los mejores sombreros y gorros se venden aquí! ¡Y más barato! Vivían también el médico Tono López, el industrial Santiago Rafael y el sastre Espetines.

Casa Rimor, en la Plaza de la Encina, de la familia Arias, donde podías comer media libra de carne, pimientos fritos, pan y vino del país, por 5 pesetas. Los más ansiosos podían repetir con callos, a dos pesetas

Esta calle en los años 50 estaba llena de vida, entre la Plaza de la Encina y dicha calle estaban Almacenes Bodelón, Carlos la trasladó después a La Puebla; Almacenes Bonifacio, mercerías de Cuesta y Neira, tres tiendas de ultramarinos, Casa Gregoria, Casa Manila y Casa Santiago, una lechería, carnicería Roque, zapatería de Pepe Carballo, una tienda de material eléctrico del señor Colinas, la peluquería del señor Juan y Peloño. Por allí solo pasaban los coches de Bonifacio el médico, el de Manolo Caballero el farmacéutico, el de Ubaldo el de la Minero y el carro del señor Genaro, enorme, tirado por caballos.

En la Plaza de la Encina, un surtidor de gasolina frente a la farmacia de Manuel Martínez; la carnicería La Cachana, y también en el Rañadero Huéspedes La Casa de la Troya y la churrería de San Gregorio. Casa Rimor, en la Plaza de la Encina, de la familia Arias, donde podías comer media libra de carne, pimientos fritos, pan y vino del país, por 5 pesetas. Los más ansiosos podían repetir con callos, a dos pesetas. En la calle había dos bodegas, la de Manolo Marqués, y la de la señora Rosa

El Turco fue muchos años el bar de moda, en la Plaza del Ayuntamiento. Cerró sus puertas el 3 de septiembre de 1983. Fundado en 1923 por Manuel Fernández Soto ‘Turco’ y su esposa, Dominga Carreño

Bar Turco, en la Plaza del Ayuntamiento de Ponferrada

No olvidamos uno que merece un capítulo aparte, El Turco. Muchos años el bar de moda, en la Plaza del Ayuntamiento. Cerró sus puertas el 3 de septiembre de 1983. Fue fundado en 1923 por Manuel Fernández Soto ‘Turco’, nacido en Los Barrios y su esposa, Dominga Carreño, propietarios de la tienda de ultramarinos Casa El Turco, en la calle del Reloj. Se llamó así porque Manuel se puso una vez un sombrero de turco, olvidado en los Carnavales del Teatro Principal y así le quedó el mote. Pero quien regentó el bar más tiempo era el hijo mayor, Vicente Fernández Carreño ‘Farotas’ y Marujina y Lisardo ‘Lagarón’. (Continuará…) 

Toño Criado es periodista. Texto extraído de su discurso como mantenedor de la entrega de insignias de La Obrera de 2019