Que la empatía se enseña y se aprende lo mamó Emilia desde la infancia. Individualmente apenas somos nada y colectivamente poca cosa, pero quien tiene la suerte de entenderlo sabe también que en esa nada cada vida cuenta exactamente lo mismo. “Mi madre tenía un sentido de la justicia muy muy fuerte. Nos hizo entender que éramos privilegiados y siempre nos habló de la naturaleza en términos de convivencia”. Marca la tierra y marcan los padres, por eso la niña que aprendió a andar en la Peña de Congosto y que hace apenas dos meses recibió el Premio Mujer que desde 1997 otorga la asociación de Mujeres Progresistas Bercianas ha dedicado su carrera como periodista y escritora a denunciar las injusticias y a defender los derechos de todos, especialmente de las mujeres y de las personas migradas. De esa inquietud surgen obras como La revolución de las agujas, que parte de la vida de Isabel Martín para abordar algo mucho más grande, la historia de un grupo de mujeres indias que conquistaron su independencia convirtiendo un pequeño taller de costura en un referente del comercio justo. Hoy, Emilia Laura Arias nos abre las puertas de su casa en Villaverde de los Cestos. Sentados en la cocina entre el ir y venir de familiares y amigos, ella habla y calla por vergüenza cuando alguien entra. La vergüenza que da la humildad de relatar logros propios delante de quien te cambió los pañales y te limpió los mocos.

Emilia Arias en un slum de Mumbai con las mujeres de Creative Handicrafts.

Emilia Arias en un slum de Mumbai con las mujeres de Creative Handicrafts.

Mitad berciana mitad vasca, su abuelo paterno, Avelino, emigró a la capital vizcaína para trabajar y regresó a la comarca cuando la violencia de los llamados años de plomo se volvió allí insostenible. Amenazado por ETA, regresa a su tierra y monta el complejo hostelero de la Peña de Congosto. “Allí toqué la nieve por primera vez y de allí son mis primeros recuerdos”, dice. Los segundos ya son de esta casa, vivienda de veraneo primero y hogar luego y para siempre. Con 11 años Emilia, sus padres y su hermano pequeño se mudan a León por el trabajo de su padre y con 18 hace las maletas de nuevo para estudiar periodismo en la ciudad donde nacieron sus padres. En Bilbao pasa los siguientes años, “los últimos de los coletazos más duros del conflicto”. “Ya no tenía que ver con los años anteriores pero el ambiente no era agradable. Vivimos amenazas de bomba en la universidad, tenía profesores con escolta y el debate libre aún no era posible. Había todavía mucho miedo”.

Después de un máster en televisión y otro en relaciones internacionales trabaja en La 2 Noticias y en organizaciones como Amnistía Internacional y Ayuda en Acción, “ahí empezó mi vínculo con las campañas de igualdad de género”. Poco después de su nacimiento en 2010, inicia una colaboración con la revista Pikara Magazine que ha mantenido desde entonces y en paralelo a cualquier otro actividad. Los años siguientes viaja por América Latina trabajando con mujeres y niños en la ONG Perualde, escribiendo sobre las esterilizaciones forzosas ordenadas por Fujimori o sobre el aborto en Chile. Tras esta experiencia comienza a trabajar en La Sexta en 2012, año convulso marcado por las huelgas generales contra la reforma laboral, la dimisión de Esperanza Aguirre y la convocatoria de la plataforma social 25-S para rodear el Congreso. “Trabajar en la calle en ese momento era muy interesante”. En 2015 regresa a los estudios de Prado del Rey de TVE, donde permanece un par de años hasta que se queda embarazada y pide el traslado a Bilbao.

Desde entonces ha combinado trabajo, crianza y colaboración con distintas entidades, dando clase de español a menores extranjeros o cuidando niños para que sus madres pudieran asistir a clase y aprender el idioma. En 2020 y con la pandemia en ciernes, fallece Maribel, su madre. “Se muere sin conocer a J. ”, el niño que han acogido de forma permanente, “y entramos en una época de absoluta oscuridad en la que todo era supervivencia”. De los dolores profundos surgen a veces obras hermosas y Emilia transformó el duelo en cuento para contar a sus hijos con un lenguaje que pudieran comprender “cómo desaparecen las personas que queremos”. La abuelita de chocolate, “que no era abuela antes de que tú llegaras”, encierra un amor que conmueve. Y fue una época fecunda, porque también en 2021 publica La barca de Hanielle, de nuevo, inspirada por la necesidad de explicarles a sus niños una realidad terrible pero cotidiana. “Hanielle se subió a la barca en brazos de su madre. El lugar que dejaban atrás ya no era seguro. Unas malas personas les amenazaban con hacerles daño si se quedaban y Hanielle ya no podía ir al colegio”, así comienza un cuento ilustrado que, con la ayuda de una lupa, acerca a los niños la realidad de los refugiados. Todos los derechos de la autora por esta última obra están donados a Acnur. Quizá el éxito sea aferrarse a la conciencia. 

Emilia Arias trabajando en La Sexta en 2013.

Emilia Arias en 2021 en la Feria del Libro de Madrid.

En la presentación de La revolución de las agujas en Madrid en 2018.

Emila en Mumbai (India) en 2017 con su hija Nina.

Trabajando en Galicia con TVE en 2015.

Emilia con su madre, Maribel.