Había domingos de invierno en que las heladas convertían a media mañana en un barrizal las pistas de ceniza de Endesa en Compostilla. Allí mandaba José Arroyo. Había días en que una cochera en el entorno de Calleja del Río se quedaba pequeña para los primeros que levantaban engranajes de camión y botes de conservas rellenos de hormigón como si fueran pesas. Allí mandaba José Luis Sáez. Virginio Martínez comenzó a hacer atletismo con Arroyo, que trató sin éxito de orientarlo hacia la marcha cuando él prefería los lanzamientos. “Tienes que venir con nosotros. Tienes la altura ideal”, le dijo Sáez para convencerlo de hacer halterofilia. Tras compatibilizar ambas disciplinas como competidor, se pasó al lado formativo hasta ejercer ahora como preparador del Club Atletismo Valladolid en el Estadio Colomán Trabado, donde ya hay tartán (pero está roído por la desidia) y la jaula de lanzamientos se ha quedado en un esqueleto sin red protectora.

Virginio Martínez, en un encuentro entre Asturias y León en la temporada 1967-1968, con camiseta cedida por Endesa, pantalón Meyba y zapatos de calle antes de tener equipación
Virginio Martínez comenzó a hacer atletismo con Arroyo, que trató sin éxito de orientarlo hacia la marcha. “Tienes que venir con nosotros. Tienes la altura ideal”, le dijo Sáez para convencerlo de hacer halterofilia
Nacido en Fontoria de Cepeda, en el municipio de Villamejil, a ocho kilómetros de Astorga, Virginio Martínez aterrizó con apenas cinco años de edad en Ponferrada por el traslado laboral de su padre, trabajador de Renfe. “Tú no eres hijo de productor”, le dijeron cuando, tras formarse entre los 12 y los 14 años en Vizcaya, regresó al Bierzo y se interesó por el atletismo al asistir a una de las populares competiciones por el 18 de julio. Como su padre no trabajaba en Endesa, tuvo que inscribirse en la OJE (Organización Juvenil Española) para empezar a utilizar las pistas de Compostilla a principios de los sesenta. Entrenaba a las órdenes de Arroyo. Y allí mismo conoció a Sáez, que lanzaba disco y peso hasta que optó por ser el precursor de la halterofilia en una comarca de la que muchos años después saldría hasta una campeona olímpica como Lydia Valentín.
“Me gustaban los lanzamientos, pero donde más disfruté fue en la halterofilia”, confiesa Martínez. El caso es que los entrenamientos para ambas disciplinas se retroalimentaban. Mientras el epicentro del atletismo eran las pistas de Endesa, la halterofilia vivió un período germinal itinerante que pasó por una cochera del propio Sáez en la zona de la Calleja del Río (“allí guardaba una Vespa que sacábamos cuando entrenábamos; y los más altos tenían que levantar fuera”) y por una bodega de Amaranto de Prado contigua al actual Electrodomésticos Tino hasta alquilar el gimnasio de ‘el Bosque’ (en el entorno de la glorieta ubicada al final de la Avenida del Ferrocarril). La Federación Leonesa de Halterofilia daba sus primeros pasos en Ponferrada, donde se conformó el Club Polideportivo Bierzo para dar desarrollo competitivo a aquel esfuerzo inicial con medios de subsistencia.
Virginio Martínez también recuerda las primeras competiciones, a las que había que trasladar una veintena de tablones, montarlos para la prueba y desmontarlos a su conclusión. A Ponferrada se unieron luego Cacabelos y Villablino. Y salieron varios campeones de España que se formaron en la Residencia Blume. “A mí me gustaba entrenar. Pero me costaba competir”, reconoce Martínez mientras muestra un puñado de fotografías de encuentros territoriales o de pruebas en El Plantío por las Fiestas de la Encina. Aunque había quedado en un segundo plano, también acudía a competiciones de atletismo, donde tenía que utilizar el martillo reglamentario (con cable en lugar del de cadena que utilizaba en Compostilla).
“A mí me gustaba entrenar. Pero me costaba competir”, reconoce Martínez, que vivió la primera edad de oro de la halterofilia berciana sin dejar de lado el atletismo

Primero por la derecha con otros compañeros y, en el centro, José Luis Sáez

En una competición en Ponferrada

En una competición por las Fiestas de la Encina en el Plantío
La transición hacia el campo formativo fue natural en el caso de la halterofilia. “Había que hacer de todo”, cuenta Martínez, que luego sería también juez, antes de destacar la pionera incorporación a esta disciplina de las mujeres, las principales protagonistas en el devenir posterior de la halterofilia berciana. En el caso del atletismo, al lado de Lourdes Baragaño, era el “taxista” hasta que a partir de 2008 también tomó las riendas de los entrenamientos de lanzamientos para reverdecer laureles. Su principal valor hasta la fecha ha sido Jorge Luis Blanco, bronce en el Campeonato de España Juvenil de 2017 en lanzamiento de martillo, especialidad en la que Pablo Dorbes Botas ha sido varias veces campeón autonómico en su categoría. Ahora está a la espera de comprobar el recorrido de una saga muy prometedora, la de los hermanos Muñoz Gonçalves.
Tras empezar a competir en la ceniza de Compostilla, ahora entrena en el tartán roído del Colomán Trabado. “Se logró porque se creó una necesidad”, dice ahora que vuelve a lidiar con precariedades
El 127 de Virginio Martínez recorrió los cuatro puntos cardinales de España cuando tanto la halterofilia como el atletismo del Bierzo ya tenían resonancia en el panorama nacional. Con el primero ascendido al escaparate incluso olímpico, el segundo dejó la ceniza para pasar al tartán a mediados de los noventa. “Se logró porque se creó una necesidad”, dice ahora que vuelve a lidiar con precariedades como entrenador de atletismo tras haber pasado por las manos de Sáez y Arroyo. “Quizá nos quedamos cortos con los méritos que les dimos”, valora al aplicar las lecciones de “dos polos bastante opuestos”. “El atleta nace, el levantador se hace”, decía el primero. Del segundo se quedó con otra máxima: “En el atletismo triunfa el que hace la prueba para la que vale”. Virginio Martínez aprendió de los mejores.

En una competición por las Fiestas de la Encina en el Plantío

En una competición por las Fiestas de la Encina en el Plantío

Con José Luis Sáez

Lanzando martillo en Soria

En una competición en el gimnasio del Botánico de Salamanca

Recogiendo el trofeo Leo Nieto en el gimnasio de ‘el Bosque’

En el gimnasio de San ignacio

En una competición en el gimnasio del Botánico de Salamanca

En una competición en el gimnasio del Botánico de Salamanca

En una imagen reciente en el Estadio Colomán Trabado, entrenando martillo

Virginio Martínez, en una imagen reciente en el Estadio Colomán Trabado, entrenando martillo