Hubo varias generaciones de deportistas que llegaron entrenados de casa cuando lo primero que hacían de críos era ayudar a sus familias. Nacida en Fuentesnuevas (Ponferrada) en 1965, Consuelo Álvarez (Chely, como era conocida) tenía que arrimar el hombro en el campo. Y no se escondía. “Si yo tenía que tirar de carretillo, ella también lo hacía. Se crio como un hombre más”, cuenta su hermano Manuel Álvarez ‘Limbo’. Chely, que era la pequeña y la única chica de entre los seis vástagos, también andaba en bicicleta “en llantas y a piñón fijo”, entre pedregales y socavones, como sus hermanos. Un día, siendo una chiquilla, se cayó y se rompió los dientes. Todavía no había llegado su momento.

Chely Álvarez (segunda por la derecha) con Esperanza Neyra (segunda por la izquierda), en una competición en Molinaseca
Chely Álvarez, la pequeña y única chica de la familia, andaba en bicicleta “en llantas y a piñón fijo”, entre pedregales y socavones, como sus hermanos. Un día, siendo una chiquilla, se cayó y se rompió los dientes
“Había bicis en casa”, recuerda Limbo. Su padre se desplazaba precisamente en ese medio desde Igüeña hasta Fuentesnuevas para construir la casa familiar. “Ella le cogió miedo por aquella caída”, añade. El propio Limbo ya coincidía en la Peña Villanueva con la primera ciclista berciana, Esperanza Neyra. Y medió para que ella y su hermana (por entonces ambas estudiaban en la Sindical) se conocieran. Pero todavía no había llegado la hora. Cuando él se fue a la mili, les dejó a Chely y a su marido, Ángel Porto, dos bicis Alan y Zeus. Se las llevó a Santa Marina del Sil, donde residían, con la idea de que hicieran un recorrido relativamente plácido hasta Toreno. “Pero ellos tomaron la otra dirección y fueron a Congosto subiendo cuestas. Y un fin de semana fueron a Cabarcos”, añade. Y es que a veces hay que variar el rumbo previsto para llegar a la meta.
Por lo visto otro día bajaron al Bierzo Bajo y pedaleaban entre Cacabelos y Quilós con el plato grande y el piñón pequeño cuando Emilio Villanueva los pasó entrenando a sus chavales. “Así no se anda en bicicleta”, les gritó dejándolos atrás. Ahí sí llegó la hora. “Al día siguiente fueron a verme para ver si les podía entrenar”, recuerda el director deportivo. Villanueva encontró un diamante en bruto; Esperanza Neyra, un “alma gemela”. El primero admite que le costó trabajo pulir las condiciones: “Ella tenía una constitución física muy fuerte. Pero tenía que adaptarse”. La segunda dio con “otra loca” movida por “la pasión” y también forjada por el trabajo en casa: “Y cuando haces algo que te gusta, la fuerza la transformas en energía”.
“Yo sabía que mi hermana iba a triunfar”, afirma Limbo. Chely Álvarez llegó a la Peña Villanueva en 1984 y saltó a la selección española en 1986. “Progresó rápido porque el ciclismo se convirtió para ella en lo prioritario, tenía tiempo para entrenar y estaba muy ilusionada”, señala Neyra. El trato era familiar. El ciclismo femenino estaba despegando. Y a la Peña Villanueva llegaron ciclistas como Dori Ruano, Marga Fullana o María Mora hasta convertirse en el mejor equipo del país. Chely se proclamó campeona de España de fondo en carretera en 1989 y de bicicleta de montaña en 1989 y 1990. Y en esos dos años también participó y llegó, respectivamente, en el puesto 70 en el Mundial de Chambery (Francia) y en el 29 en el Mundial de Utsunomiya (Japón), donde fue sexta en la contrarreloj por equipos junto a Dori Ruano, Belén Cuevas y Joane Somarriba.
Campeona de España de fondo en carretera en 1989 y de bicicleta de montaña en 1989 y 1990, participó esos dos años en los Mundiales de Chambery y de Utsunomiya, donde fue sexta en la crono por equipos

Chely Álvarez

Chely Álvarez (derecha), junto a Esperanza Neyra (centro) e Isabel Puy Fraga, en Molinaseca

De izquierda a derecha, Isabel Puy Fraga, Chely Álvarez, Esperanza Neyra y Emilio Villanueva, en una concentración
¿Cómo era Chely Álvarez como ciclista? Limbo la compara con Marino Lejarreta. “Nosotros éramos más de resistencia. No éramos buenos al esprint. Más que especialistas, éramos completos”, añade. “De aquella todas éramos un poco todoterreno”, completa Esperanza Neyra, una consumada rodadora que un día se vio subida al podio con el maillot de la montaña en la primera edición de la Bira, en el País Vasco. “Ella era todoterreno”, coincide Emilio Villanueva, que presagiaba entonces que su pupila se asentaría “entre la élite del ciclismo mundial”. El calendario marcaba en el horizonte un reto tan apetitoso como los Juegos de Barcelona 1992. Una sucesión de infortunios, con lesiones de por medio, truncaron el sueño olímpico de aquella joven ciclista berciana que apareció muerta en su casa de Bembibre el 2 de diciembre de 1991, ahora hace 30 años.
A Chely Álvarez cada año se le dedica un memorial organizado por el Club Deportivo Ciclista Bembibre, donde también tiene una calle con su nombre. “Siempre procuro pasar y mirar a la placa”, dice Esperanza Neyra
“Fue el mayor palo que yo he recibido en mi vida. Para mí era como una hija”, admite Villanueva. Con Esperanza Neyra ya retirada, el ciclismo femenino berciano perdió a su principal estandarte. Ahora que vuelve a tener una ciclista profesional como Carmen Rodríguez, a Limbo le gustaría que se organizara una marcha ciclista de dos etapas: una con salida en Fuentesnuevas y llegada al deshabitado pueblo de Los Montes de la Ermita (donde nació su padre) y regreso pasando por diferentes localidades del Bierzo Alto. Sería la manera de honrar la figura de Chely Álvarez, a la que cada año se dedica un memorial organizado por el Club Deportivo Ciclista Bembibre, donde también tiene una calle con su nombre. “Siempre procuro pasar y mirar a la placa”, cuenta Neyra tras rememorar cómo las ciclistas con las que ambas coincidieron en la selección nacional la recuerdan por cantar en el coche ‘A Ponferrada me voy’. “Cuando nos reunimos las de aquella generación”, concluye, “siempre hablamos de Chely”.

Chely Álvarez, por detrás de Esperanza Neyra, en una prueba en Molinaseca

Chely Álvarez (primera por la izquierda en primer término), con compañeros de la Peña Villanueva

Chely Álvarez, con los colores de la Peña Villanueva en La Placa

De izquierda a derecha, Chely Álvarez, Marga Fullana, María Mora, Dori Ruano y Emilio Villanueva

Chely Álvarez, en la Plaza del Ayuntamiento de Ponferrada

Chely Álvarez

Chely Álvarez y Emilio Villanueva en Majadahonda

Chely Álvarez, cuando se proclamó campeona de España de Mountain Bike en Majadahonda

Chely Álvarez, el día en que se proclamó campeona de España de Mountain Bike en Majadahonda

Chely Álvarez, en una contrarreloj individual en el Polígono de las Huertas de Ponferrada

Chely Álvarez, en un homenaje tributado por la Federación Leonesa de Ciclismo

Chely Álvarez, con el maillot de campeona de España de 1989 en Melilla, flanqueada por Dori Ruano (a su derecha) y Josune Gorostidi

Chely Álvarez, el día en que se proclamó campeona de España de fondo en carretera en Melilla