“¡Chaval! ¿Tú vas a parar?”. El atleta que grita no es un atleta cualquiera. No será luego campeón olímpico como Fermín Cacho o del mundo como Abel Antón, pero José Luis González ya había ganado la Milla de Nueva York por la Quinta Avenida. El día no es un día cualquiera. Es 8 de septiembre. Ya han pasado las carrozas por el centro de Ponferrada cuando el foco de atención del Día del Bierzo se dirige hacia las Huertas del Sacramento. Un chaval de Fuentesnuevas se codea con la aristocracia del medio fondo nacional en la Milla de la Encina. “Yo no paro”, responde Chus Alonso a quien ya era un mito del atletismo español.

Chus Alonso (1) y José Luis González (2) en una fotografía de prensa de la época (de fondo a la izquierda, aparece Abel Antón)
Chus Alonso llegó a la línea de salida y vio que estaba inscrito en otra serie. “Yo quiero correr con los buenos”, dijo antes de que Colomán Trabado mediara para hacer realidad su deseo
La escena tiene su intrahistoria. “Me avisaron un mes antes de que venían esas figuras. Y me puse cabezón en ese mes”, dice Alonso. Su preparación a conciencia estuvo a punto de truncarse cuando llegó a la salida y vio su nombre en otra serie. “Yo quiero correr con los buenos”, dijo antes de que Colomán Trabado mediara para hacer realidad su deseo. Salió a tope. José Luis González acabó por superarle en los metros finales parando el crono en 4 minutos y 9 segundos en un circuito con varios giros en herradura. El subcampeón del mundo de 1.500 en Roma 1987 invitó al berciano a acompañarle en la vuelta de honor. “Sólo tienes un fallo: si supieras dónde está la meta…”, le confió como receta para encarar el futuro.
Chus Alonso compitió durante más de tres décadas. No es fácil, por lo tanto, elegir un día. A finales de los setenta y principios de los ochenta acudía “como un clavo” a lo que por entonces denominaban carreras pedestres por las fiestas patronales como la de la Pascua en Cacabelos o en las primeras pruebas campo a través en Columbrianos como aquella en la que llegó al esprint con Rodrigo Gavela. La edad de oro llegó a mediados de los ochenta con la San Silvestre de Ponferrada (“me hipotecaba las Navidades porque para mí era como la Olimpiada”), la Milla de la Encina (“me abrió puertas”) y el Maratón de Toral de los Vados (“corría por mi zona de entrenamiento y a cada tramo más bicicletas me acompañaban”) sin olvidar el Memorial Bertoldino en León o un 800 en 1 minuto y 51 segundos sin experiencia previa en la pista de tartán en La Robla.
“Cuando venían a mi territorio, era muy difícil que yo corriera mal. Les esperaba con la escopeta cargada y daba mucha guerra. Lo que pasa es que era un chaval que no se organizaba mucho”, razona al describir una carrera que todavía se prolongó durante los 2000. Comenzó la década siendo doble bronce (10.000 y Media Maratón) con la camiseta de la selección española en la categoría máster en el Mundial de Riccione (Italia) en 2002 y la terminó adjudicándose las dos primeras ediciones de la Media Maratón Nocturna de Ponferrada gastando ya sus “últimos cartuchos” pasados los cuarenta por las mismas calles por las que con veintitantos ponía contra las cuerdas a la élite del atletismo español: “Sin ser el mejor, corrí con los mejores”.
La edad de oro de la carrera de Chus Alonso llegó a mediados de la década de los ochenta con la San Silvestre de Ponferrada, la Milla de la Encina y el Maratón de Toral de los Vados

Recorte de prensa tras la Milla de la Encina

Chus Alonso (derecha), en la entrega de premios de una de las primeras ediciones del Maratón de Toral de los Vados

Corriendo el Maratón de Toral de los Vados a su paso por Ponferrada

Corriendo el Maratón de Toral de los Vados. De fondo, su padre, recientemente fallecido

De izquierda a derecha, Chus Alonso, Vicente Antón Pastrana y José Luis González, en un Memorial Bertoldino en León

Con la equipación de la selección española de veteranos y una medalla al cuello

Chus Alonso (9), en una Milla de la Encina formando fila delantera con Fermín Cacho (2), José Luis González (1) y Abel Antón (3)