Colomán Trabado saltando una tapia, un transportista donando una lona de su camión para servir de tatami a los pioneros del judo, mientras los de la halterofilia usaban como pesas botes de conservas rellenos de hormigón, los chicos que hacían gimnasia artística llorando de alegría cuando dejaron de usar una tubería de casa como barra fija o el árbitro Magín García convenciendo a su manera a los que hacían fútbol de los beneficios del juego limpio. Muchos años antes de que los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 cambiaran los paradigmas, el deporte era una cosa de artesanos en España. Y uno de los que ‘forjaron’ la práctica deportiva en una comarca por entonces más de pico y pala o de picacho que de raquetas o de balones fue Eduardo Montes, que recuerda a ‘flashazos’ su experiencia como delegado de Deportes entre 1963 y 1974 en una Ponferrada que empezaba a ponerse el chándal.

Eduardo Montes, en una imagen reciente

Eduardo Montes llegó a Ponferrada en 1963 a Ponferrada y se marchó en 1974, en pleno cambio social: “Hasta entonces los padres querían dejarles a sus hijos una tierra; y luego ya preferían darles una carrera”

Ponferrada ya comenzaba a despojarse de la etiqueta de la Ciudad del Dólar cuando Eduardo Montes, un burgalés que vivía en León tras realizar estudios de Magisterio y Educación Física, recibió el encargo de dinamizar la práctica deportiva en la zona. “Ponferrada era por entonces más pujante que León, pero la minería ya había empezado a bajar”, cuenta. El carbón no carburaba tanto en la economía, pero dejaba ‘secuelas’ que se colaban en la vida diaria en una ciudad con una inmensa montaña de estériles emborronando su postal. “Normalmente vestía de camisa blanca y corbata. Y tenía que usar una camisa por la mañana y otra por la tarde. Una no me aguantaba limpia todo el día”, ilustra Montes, que ganaba más que en León y gozaba de una “mejor calidad de vida”. “Y mi mujer”, añade, “entró llorando y marchó llorando de Ponferrada”.

Para echarse a llorar estaba el deporte en la comarca del Bierzo cuando Montes empezó a entrar en juego. El judo fue uno de sus primeros logros mano a mano con Alfonso Yáñez; el resultado, la creación del Club Judo Blume, algo más que una entidad deportiva: “Irrumpimos en la sociedad clasista de Ponferrada”. Y es que la progresiva extensión de la práctica deportiva llegó en pleno cambio social: “Hasta entonces los padres querían dejarles a sus hijos una tierra; y luego ya preferían darles una carrera”. Él compaginaba su cargo como delegado de Juventud y Deportes con algunas colaboraciones como docente en el Colegio Diocesano San Ignacio de Ponferrada o en una academia en Bembibre junto a dos maestros depurados.

Fue en San Ignacio donde vio que un alumno podía llegar lejos cuando comprobó cómo Colomán Trabado hacía salto de tapia. Por entonces el atletismo era cosa de José Arroyo en las pistas de ceniza de Compostilla junto a la primera central térmica de la historia de Endesa. También fue en el colegio ponferradino donde formaba para cada curso cuatro equipos que rotaban por distintas disciplinas deportivas. Todos ellos tenían capitán, árbitro, entrenador y periodista (ya entonces había que fomentar la igualdad de oportunidades) con la emoción añadida de contar con un jugador de la Ponferradina como patrocinador. Y Magín García arbitraba hasta cinco partidos de fútbol al día intentando convencer a los chicos con razonamientos en lugar de amonestaciones de que no debían ponerle la zancadilla al contrario: “Y así llegó a haber campeonatos en los que no se cometían faltas”.

En León sobraban 7.000 pesetas. Montes organizó un campeonato de baloncesto, la primera piedra de los Juegos Deportivos del Bierzo, un hito que permanece en la memoria de una generación de bercianos

Programa de los Juegos Deportivos del Bierzo de 1974

Eduardo Montes (izquierda) junto a Alfonso Yáñez, cofundaoores del Club Judo Blume de Ponferrada

Como las grandes cosas empiezan muchas veces por pequeños detalles, fue una vez que en León sobraban 7.000 pesetas y Eduardo Montes decidió implicar a José Cruz Vega en la organización de un campeonato de baloncesto cuando, sin saberlo, se puso la primera piedra de los Juegos Deportivos del Bierzo, un hito que permanece en la memoria de una generación de bercianos, un evento en el que se llegaron a repartir 350 trofeos para una quincena de disciplinas, entre ellas el esquí en Leitariegos. A falta de instalaciones deportivas, se usaban los patios de los centros educativos. Hubo un torneo de hockey sala en plena calle. “Y una vez se paró la circulación por Capitán Losada (la actual Avenida de España) por un cross en el que participaban 400 chavales”, recuerda con el agradecimiento por el esfuerzo generoso de una importante nómina de colaboradores: “Hoy no se hace nada sin dinero de por medio; en aquellos tiempos, todo se hacía gratis et amore”.

A falta de instalaciones deportivas, se usaban los patios de los centros educativos. Hubo un torneo de hockey sala en plena calle: “Y una vez se paró la circulación por Capitán Losada por un cross con 400 chavales”

Circunstancias familiares irrumpieron en 1974 para alejar a Eduardo Montes de Ponferrada: “Yo habría seguido de por vida. Nos conocíamos todos. Y la vida era comodísima”. Se trasladó a Valladolid, desde donde ha compaginado cargos de gestión cultural con la psicología. Colomán Trabado fue atleta olímpico en los Juegos de Moscú 1980, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, mientras Lydia Valentín, una ‘nieta’ de pioneros de la halterofilia como José Luis Sáez, se ha colgado hasta tres medallas olímpicas en Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Con el convencimiento de que “el deporte hay que hacerlo dentro del horario escolar” y de que la especialización no debe llegar antes de la franja de los 12-14 años, recuerda a las puertas de Tokio 2020 (o 2021) aquel tiempo en el que forjó un cambio casi sin tiempo para digerirlo. “Nunca me di cuenta de que pasamos allí doce años. Ponferrada me dejó mucho poso”, subraya. Y Ponferrada podría decir lo mismo de Eduardo Montes.

Programa de una edición de los Juegos Deportivos del Bierzo y Eduardo Montes en una exhibición de gimnasia en el patio del Colegio San Ignacio de Ponferrada