Cuarenta años antes de que se llevara al paroxismo la mercantilización del fútbol profesional en el reciente Mundial de Catar, en Ponferrada nació de una autoescuela un club de fútbol sala. Su historia podría haberse quedado en la de un grupo de amigos que se juntaba para pasar el rato haciendo deporte. Y puede que buena parte de su éxito radicara en no olvidar nunca esa premisa. La ilusión fue su carburante. Pero es que ellos, además, tenían motor. Diez años después de montar con José Luis Prada a Tope la primera prueba automovilística de la historia del Bierzo con el Slalom de la Pascua en Cacabelos, Eloy Hoyos Rueda iba a conducir a un equipo que viajó literalmente hasta la élite en dos Renault 5.

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada

El Rueda Ponferrada acabó integrando a promesas, aficionados y desencantados del fútbol. “No me imagino verte con un balón si no tiene ruedas”, le dijeron años después a su alma mater, Eloy Hoyos Rueda

Fue en 1982 cuando a Eloy Hoyos Rueda, fundador de la Autoescuela Rueda de Ponferrada, le pidieron unas camisetas para inscribir con el nombre de la empresa un equipo que participara en un torneo de fútbol sala en el Pabellón de la Borreca. Ellos, un grupo de jugadores en el que se acabaron mezclando promesas, aficionados y desencantados del fútbol, comenzaron a jugar. Eloy, que sabía de volantes pero apenas nada de balones, empezó a competir. “No me imagino verte a ti con un balón si no tiene ruedas”, le dijeron algunos años después a quien estaba acostumbrado a dar banderazos a cuadros en las carreteras y ahora se iba a dedicar a situar a un conjunto en la ‘pole position’ en los pabellones.

Los componentes del Rueda Ponferrada entrenaban al principio en patios de colegios. Se desplazaban entonces y ya para siempre en dos R5 de la autoescuela. Iban ganando partidos más o menos informales hasta que un día quedaron segundos en un torneo de 24-48 horas celebrado en León, se inscribieron en las competiciones federadas y alcanzaron la fase de ascenso a División de Honor en 1986. Eloy Hoyos Rueda, que había empezado en el banquillo haciendo los cambios, ya se manejaba como presidente para traer la competición al Pabellón de Flores del Sil. Tras la renuncia del Marsanz de Torrejón de Ardoz (Madrid), al conjunto berciano se le ofreció una plaza en la máxima categoría. “La autoescuela sola no puede con tanto”, dijo para contradecirse a la vuelta del verano.

Los componentes del equipo viajaban en dos R5 de la autoescuela, incluso en la temporada en la que jugaron en División de Honor, donde dejaron un poso de deportividad

Equipo de cantera del Rueda Ponferrada

Equipo de cantera del Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada, ya con el patrocinio de Recambios Fino

Rueda Ponferrada, ya con el patrocinio de Recambios Fino

Rueda no solamente asumió el coste económico a falta de patrocinadores de entidad, sino que renunció a hacer fichajes para que quienes se habían ganado el ascenso en la cancha pudieran disfrutar de una temporada en la élite. José María García hablaba en la radio de aquel equipo surgido casi de la nada como la gran incógnita de una campaña en la que faltó temple y algo de suerte en momentos puntuales. El equipo perdió partidos que tenía ganados dejando, eso sí, un poso de deportividad que incluía un ‘protocolo’ de recibimiento a los rivales que terminaba con queimada. El Rueda perdió la categoría mientras el Ayuntamiento de Ponferrada se limitaba a ceder el pabellón a cambio de llevar la escuela municipal y la Diputación de León dilataba la concesión de una subvención.

El mayor respaldo de un patrocinador, Recambios Fino, llegó tras la campaña en la élite, mientras que la subvención de la Diputación de León tardó tanto que se liberó cuando el club ya había desaparecido

El patrocinio esperado se encontró paradójicamente al año siguiente con la implicación de Recambios Fino. Llegaron dos brasileños para dar espectáculo y aportar nociones técnicas y tácticas. El club ya podía pagar un par de sueldos y compensar con una pequeña aportación a los bercianos que no cobraron ni siquiera el año en la máxima categoría. El equipo mantuvo el tipo hasta incluso alcanzar una nueva fase de ascenso a División de Honor que jugó sin éxito en Játiva (Valencia) en 1990, el punto final a una trayectoria deportiva de mérito que tuvo un epílogo rozando lo tragicómico cuando, con el club ya desaparecido, llegó aquella subvención de la Diputación por valor de 250.000 pesetas que nadie recogió. Y es que el dinero era lo de menos cuando unos amigos se subían a dos R5 para hacer deporte.

Rueda Ponferrada, en 1982

Rueda Ponferrada, en 1982

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada, ya con el patrocinio de Recambios Fino

Rueda Ponferrada, ya con el patrocinio de Recambios Fino

Rueda Ponferrada

Rueda Ponferrada