Todo empezó como un cuento en 2004. Rescatar a la princesa Flavia de las garras de un peligroso dragón hizo de la Subida a Dragonte la Dragoman. La prueba deportiva se vistió (los disfraces son precisamente una de sus señas de identidad) de causa social cuando su promotor, el villafranquino Miguel Martínez Basurco, decidió en 2007 donar la recaudación a la lucha contra el cáncer del niño faberense Toñín. Y al año siguiente a la lírica se unió la épica con una impresionante nevada que puso la postal a un relato interrumpido por la pandemia y ahora rescatado con un regreso a los orígenes en su decimoctava edición, limitada a la carrera el domingo 28 de noviembre.

Dragonte, nevado, en la edición de 2008 de la Dragomán / Imagen: captura de pantalla de un vídeo de Miguel Vila
La prueba dio un salto cuantitativo en 2007 cuando destinó la recaudación a la lucha contra el cáncer del niño Toñín y en el cualitativo en 2008 con una edición marcada por la nieve
Dragoman viene de unir Dragonte (Corullón) y Ironman, dos referentes para el ultrafondista de Villafranca del Bierzo. Basurco ya sabía lo que era correr solo en 1995 hasta 24 horas para reivindicar la llegada a Ponferrada de los ansiados centros universitarios. El esfuerzo fue compartido en 2007 para sumarse a la corriente de solidaridad en forma de donaciones para afrontar un tratamiento pionero contra el cáncer para Toñín, que acabó falleciendo semanas después. Y es que los cuentos no siempre tienen final feliz.
La prueba dio un salto cuantitativo en participación a raíz de esa edición marcadamente solidaria, la previa a una climáticamente compleja con nieve ya desde el sábado en Villafranca. Miguel Martínez Basurco recuerda cómo desde Corullón se prestó un tractor con una cuña. “Aquella nevada la hizo muy famosa”, cuenta. Al mal tiempo los vecinos de Dragonte le pusieron (y ya para siempre) sopas de ajo. A la implicación vecinal se respondió prolongando la carrera hasta el final del pueblo. La prueba ganó así también en lo cualitativo. Y fue sumando variantes hasta hacer que fuera la única del mundo en unir dos castillos de una misma familia (Halffter-Caro) en Villafranca y Corullón. Así se escribía el cuento hasta que llegó una plaga.
El cuento vuelve al primer renglón en 2021. “No quiero que se pierda la esencia de la Dragoman”, sentencia Basurco. La prueba se limitará en esta edición todavía marcada por la crisis sanitaria a la carrera, que partirá a las 11.00 horas del Parque de la Alameda de Villafranca del Bierzo y tiene fijada la meta en la localidad de Dragonte. “No me gustaría perder la competición”, advierte sin renunciar a que alguno de los inscritos (las plazas están limitadas a cien) haga el recorrido andando. “Creo que no es el momento de hacer nada más. Y el año que viene se hará lo que nos dejen. Hay que adaptarse a las circunstancias”, concluye ahora que un ‘bicho’ le ha obligado a reescribir el cuento.
“No quiero que se pierda la esencia”, señala Miguel Martínez Basurco sobre la cita del próximo 28 de noviembre, que volverá a los orígenes con salida desde el Parque de la Alameda

Dragonte, nevado, en la edición de 2008 de la Dragomán / Imagen: captura de pantalla de un vídeo de Miguel Vila

Dragonte, nevado, en la edición de 2008 de la Dragomán / Imagen: captura de pantalla de un vídeo de Miguel Vila