Todo ocurrió de repente. Ángel Sevilla dio el estirón en la adolescencia, superó el 1,90 metros, cambió el fútbol por el baloncesto, fichó por el Club de Tenis de Ponferrada y de la noche a la mañana se vio firmando por tres años con el Joventut de Badalona y perfeccionando su técnica de lanzamiento con el mejor tirador de España. Todo sucedió tan rápido que luego hubo que dar algún paso atrás para tomar impulso, llegar a la élite antes del boom y vivir otra época dorada en los banquillos. Sevilla aprendió a tirar los libres con Nino Buscató, vio cómo un día Walter Szczerbiak anotaba 65 puntos y fue en una Copa del Rey delegado accidental del Barcelona junto a Aíto García Reneses, “el sumun de este invento”.

Ángel Sevilla, jugando con el equipo del Club de Tenis de Ponferrada
Ángel Sevilla aprendió a tirar los libres junto a Nino Buscató en el Joventut de Badalona e hizo una prueba ante la mirada de Lolo Sainz con el Real Madrid, que lo recomendó al Breogán de Lugo
Para llegar a codearse con los más grandes hubo que empezar desde abajo. Ángel Sevilla nació en 1952 en Ponferrada, donde su infancia en el barrio de Navaliegos se resume con un par de verbos: “Jugar, jugar, jugar e ir al colegio”. Con Marcos Tyrone como referente, se enroló de portero en las categorías inferiores del Santa Marta a las órdenes de José Martínez. Creció en estatura al mismo tiempo que el baloncesto recuperaba fuelle en Ponferrada. Debutó con la OJE, pasó a la Sindical y militaba en el Club de Tenis junto a Alberto Vega o José Luis Domínguez Sevillano ‘Joe’ cuando se concentraron todos los astros: destacaba tanto por su altura que le recomendaron para el Joventut, fueron a cerrar el trato a la Telefónica y Joe se encontró de casualidad en el bar El Bolo con Luis Miguel Santillana, que pasaría a ser uno de sus compañeros.
“El Joventut era una máquina de hacer jugadores”, cuenta Sevilla. Firmó por tres años, pero apenas aguantó tres meses. Le costó hacerse al sitio (“no había cogido un metro en mi vida”) y no encontró la posibilidad de cursar estudios de maestría. Se forjaba entre consagrados como Nino Buscató y otros júnior como José María Margall, pero todavía no era su momento. Así regresó a Ponferrada y al Club de Tenis en tiempos en los que ya había entrenadores como Domingo Villaverde y Carlos Iglesias Bourio. Fue luego a hacer una prueba ante la mirada de Lolo Sainz al pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, que lo recomendó al Breogán de Lugo. “Y yo me frotaba las manos por estar cerca de casa”, reconoce antes de relatar aquellas temporadas a las órdenes de Manolo Jato o Adolfo Beneito. Aunque al principio jugaba como interior por su estatura, se fue adaptando al puesto de alero. Los veranos volvía a Ponferrada. Y una de aquellas tardes un antiguo compañero le ‘consagró’ en la pista de El Plantío con una frase: “Has aprendido a jugar al baloncesto”.
“Yo al principio corría como un loco. Hasta que aprendí a jugar con cabeza”, señala Sevilla, que todavía militaba en el Breogán cuando una mañana de 1976, en el mismo pabellón del Real Madrid donde hizo aquella prueba, Walter Szczerbiak empezó a enchufar canastas hasta sumar todavía sin línea de triples 65 puntos, récord imbatido en la liga española. Vivió luego un culebrón de verano “rocambolesco” (sus amigos le decían que salía más en la prensa que Amancio Amaro) cuando dejó el Breogán para fichar por el OAR Ferrol. “Nunca jugué tan bien al baloncesto”, dice para reconocer la labor del entrenador José Antonio Figueroa. Hubo un día de 1978 en el que en la cancha de la Sindical se alinearon con el equipo ferrolano tres bercianos, Ángel Sevilla, Fructuoso Redondo ‘Tosi’ y Manuel Aller, el que más brilló en la élite por “tres razones”: “Le gustaba el baloncesto, tenía buen físico y trabajó como un animal”.
El berciano llegó al OAR Ferrol desde el Breogán tras un culebrón que le hizo protagonista en la prensa deportiva del momento. “Nunca jugué tan bien al baloncesto”, cuenta sobre su experiencia ferrolana

Ángel Sevilla (segundo por la izquierda arriba), formando con el juvenil de la Sindical

Ángel Sevilla (segundo por la izquierda arriba), con el equipo de baloncesto del Club de Tenis de Ponferrada

Tres bercianos, Fructuoso Redondo ‘Tosi’ (tercero por la izquierda arriba), Ángel Sevilla (tercero por la derecha arriba) y Manuel Aller (primero por la derecha abajo), con el OAR Ferrol en la cancha de la Sindical de Ponferrada
“El ambiente de baloncesto que había en Cataluña era otro mundo”, subraya Sevilla, que fue con el Manresa subcampeón de la Copa del Rey en 1980 y se retiró en 1987 en pleno boom del baloncesto en España
El Manresa buscaba un tirador alto. El acuerdo se cerró esta vez en la oficina de otra pieza clave del baloncesto berciano como Suso Pascual. Fue el contrato de su vida. “Todo era a lo grande”, sentencia al detallar una experiencia que le llevó a sumar en un equipo que fue cuarto de liga y subcampeón de la Copa del Rey en la final disputada frente al Fútbol Club Barcelona precisamente en Ferrol en 1980. “El ambiente de baloncesto que había en Cataluña era otro mundo”, confiesa el berciano, que luego regresó a Galicia para pasar por el Breogán, el Sarria, el ATB Lugo, el Compañía de María y el Estudiantes de Lugo hasta retirarse tras la temporada 1986-1987, en pleno apogeo del baloncesto en España tras la plata de Los Ángeles 84. Sevilla puede que llegara antes del tiempo al Joventut y a la élite, pero lo hizo en el momento adecuado a Lugo para sacarse unas oposiciones y ganarse luego la vida como profesor.
Había empezado ya carrera de entrenador cuando la vida le hizo otro regalo. La Federación Gallega de Baloncesto le ofreció ser delegado de alguno de los contendientes en la fase final de la Copa del Rey de 1989. El ponferradino eligió el Barcelona, que cayó ante el Real Madrid de Drazen Petrovic y Fernando Martín. El destino quiso que volviera a quedar a un paso del título copero. Pero vivió una experiencia de primera magnitud junto a García Reneses: “Aíto es el sumun de este invento. Y no por hacer cosas raras, sino por ser capaz de ver lo sencillo”. Sevilla, que confiesa que el baloncesto de hoy lleno de bloqueos y continuación y tiros desde siete metros no es de su agrado, volvió a estar cerca de las estrellas cuando en el verano de 2003 fue con el Breogán a un campus de verano en Estados Unidos y acabó compartiendo pista con leyendas con varios anillos como Byron Scott o Kevin McHale.
Ni siquiera sabía lo que era un ‘scouting’ cuando comenzó un periplo como entrenador ayudante en el Breogán de Lugo a las órdenes de técnicos como Andreu Casadevall (“mi padre deportivo; me lo enseñó todo”), Joaquín Costa, Paco García o Ricardo Hevia. “Como jugador nunca me ponía nervioso; como entrenador la cabeza te funciona a toda velocidad”, compara Ángel Sevilla, que ha seguido desde la distancia, pero con cercanía emocional, la actualidad del baloncesto berciano desde el JT de Antonio Vecino hasta la actual etapa del Ciudad de Ponferrada en LEB Plata. “Sigo siendo berciano. Y de mayor te vuelves más nostálgico”, dice un deportista que llegó tan alto como los 1,98 metros de estatura que le hicieron cambiar la portería por la canasta y compartir experiencias con más leyendas todavía de las que se citan en este relato.
Sevilla fue delegado accidental del Barcelona en la fase final de la Copa del Rey de 1989 con Aíto García Reneses en el banquillo azulgrana. Y ejerció como entrenador ayudante en el Breogán de Lugo

Ángel Sevilla (segundo por la izquierda arriba) con el equipo de la OJE en Ponferrada

Ángel Sevilla (primero por la derecha arriba) con el equipo sénior de la Sindical

Ángel Sevilla, jugando con el equipo del Club de Tenis de Ponferrada

Ángel Sevilla en un Torneo de Navidad en el patio del Colegio de las Concepcionistas en Ponferrada (izquierda) y con los colores del Santa Marta en un partido el Endesa en Ponferrada

Ángel Sevilla (cuarto por la izquierda) en un encuentro entre una selección de baloncesto de Ponferrada y el JT en unas 24 horas del deporte

Presentación del Joventut de Badalona sénior y júnior con Ángel Sevilla

Ángel Sevilla (Breogán), defendiendo a Dave Russell (Askatuak)

Ángel Sevilla (tercero por la derecha arriba), con el Breogán de Lugo

Ángel Sevilla (tercero por la derecha arriba), con el Breogán de Lugo

Ángel Sevilla (cuarto por la izquierda arriba) con el Club Breogán Fontecelta, en la Liga Nacional de Primera División

Ángel Sevilla, con el OAR Ferrol frente al Bosco Coruña

Ángel Sevilla (10), con el balón en las manos defendiendo los colores del Breogán frente al Askatuak en el Polideportivo de Anoeta en San Sebastián

Ángel Sevilla (Breogán), entrando a canasta ante la oposición de Pascual (C.D. Manresa)

Ángel Sevilla (con la camiseta del Breogán), junto al madridista Vicente Ramos

Ángel Sevilla (10, en el medio abajo), con el Breogán de Lugo

Ángel Sevilla (10), cogiendo un rebote frente a Rafa Rullán ante la mirada de Carmelo Cabrera en un partido contra el Real Madrid

Ángel Sevilla, protagonista de la prensa de la época por su fichaje por el OAR Ferrol

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Ángel Sevilla. Josechu. Miguel Loureiro. Suso Fernández Manolo Saldaña, con el OAR Ferrol

Ángel Sevilla, jugando con el OAR Ferrol

Ángel Sevilla, lanzando a canasta en suspensión con el OAR Ferrol ante el Valladolid

Ángel Sevilla, con el OAR Ferrol, machacando la canasta contraria

Ángel Sevilla (tercero por la izquierda arriba) junto a Miguel Ángel Estrada (5), con el Manresa Sportiu Basquet

Ángel Sevilla, como entrenador del Compañía de María de Lugo

Ángel Sevilla, como segundo entrenador del Breogán de Lugo a las órdenes de Andreu Casadevall

Ángel Sevilla, como portero en una excursión a Congosto con el Colegio Diocesano San Ignacio (izquierda) y con la camiseta del Breogán de Lugo

Ángel Sevilla en etapas como jugador y como segundo entrenador del Breogán de Lugo

Ángel Sevilla con la camiseta del OAR Ferrol y en una imagen reciente