“Con guantes ya no era ni trabajar, no notabas tanto frío ni te hacías daño ni nada”, cuenta Vitalina con la calma de quien es consciente de que está hablando para los tontos. Ella, que lo ha vivido todo, pertenece a una generación de mujeres que dividió su tiempo entre las necesidades ajenas como el que reparte el pan en la mesa sin reservarse nada. Era otra época, sí, pero más remota en la memoria que en la distancia. Por eso con ignorancia le preguntamos a qué jugaba y ella paciente responde que a nada, pero que no le preocupaba. Tampoco se afligió cuando se quedó en casa a cargo de las tareas y de seis hermanos mientras su padre trabajaba en el interior de la mina y su madre fuera, en el lavadero de La Pacita en Bárcena de la Abadía. Era la mayor de los siete y era lo que tocaba. Así que con ocho o nueve años asumió porque había que hacerlo el trabajo de un adulto para llevar una casa, cuidar al ganado, atender a los niños y por supuesto lavar la ropa, la de los nueve. Las fundas de la mina, la ropa de cama y los pantalones de mahón tiznados con la tierra negra de Fresnedelo. “En verano se lavaba en el río y en invierno en la fuente. No había cepillos de raíz, había que restregar la ropa contra la piedra. Echaba todo el día y mi madre me traía la comida. Cuando acababas tenías hasta el codo en carne viva, así que cuando empezaron a venir los guantes me llevé la alegría más grande de la vida”, recuerda, “también hubo quien lo criticó y decía ‘gato con guantes no caza ratón’”. Seguramente el susodicho no hubiera metido la mano en el agua helada ni para coger una moneda.

Vitalina Ramón

Vitalina Ramón nació en Fresnedelo en 1945 y creció trabajando. La pillamos desprevenida y avisa “no me gusta estar metida en estos líos”. Aún así prepara café, saca dulce, corta embutido y no se sienta hasta que la mesa está repleta de comida, porque una cosa es no querer contar tu vida y otra distinta no ofrecer a las visitas todo lo que tienes en casa. Erguida y con las manos entrelazadas accede a la entrevista más por amabilidad que por ganas. “Nosotros nunca pasamos hambre”, explica, y lo dice porque algunos sí que la pasaron. “Mi madre hacía guisos de patatas, tortillas, cuando no había pan hacía tortos en la lumbre y cuando íbamos a buscar la hierba a Rodepraos salíamos a las tres de la mañana y llevábamos para desayunar una botella de orujo, pan y una libra de chocolate. No todos podían llevarlo, teníamos suerte”. Recuerda también los cuatro huevos con patatas que cenaba su padre cada noche después de la jornada en la mina y de las horas de caminata, y de las dos hogazas de pan que subía a diario desde Fabero.

“Sólo fuimos a Suiza dos años, tuve que dejar a los niños aquí con mi madre y se pasa más mal que el demonio”

Ya de moza iba al baile “y había dos fiestas al año, San José y San Antonio”. Unas tocaban la pandereta “y otras cantábamos”. ¿Allí empezaban los noviazgos? “Claro, empiezas a bailar con ellos y así”, dice, y exactamente de esa forma comenzó su relación con Ernesto con 17 años. Se casaron a los 20 y se mudaron a Fabero, donde tuvo a sus tres hijos. En los 70 emprendieron el mismo camino que muchos contemporáneos y se fueron de temporeros a Suiza. “Sólo fuimos dos años, tuve que dejar a los niños aquí con mi madre y se pasa más mal que el demonio”, y al contarlo todavía se humedecen sus grandes ojos azules. Allí todo era “del trabajo para casa y a las seis de la mañana arriba”. Intentaron llevarse a los niños, “pero de temporero no podías, tenías que esperar cuatro años”. Y por eso regresaron a Fabero, él a la mina y ella a la casa.

“Ahora ya llevamos 24 años en Fresnedelo otra vez”, cuenta. Aunque el cálculo no es exacto. Vitalina volvió a su pueblo para cuidar de sus padres y al día siguiente de fallecer su madre nacieron dos de sus nietos, “así que estuve en Astorga durante nueve años cuidándolos y solo venía aquí los fines de semana”. Mujeres que reparten su tiempo como la comida, ponen toda en la mesa y ellas apenas prueban bocado.

Vitalina Ramón de niña junto a su primo delante del puente de Cariseda

Vitalina Ramón (derecha)

Vitalina

Vitalina Ramón (derecha)

Vitalina Ramón (derecha)

Vitalina Ramón