“¡Silvia, Silvia, Silvia!”. La tarde del sábado, de relax para la mayoría, es de ritmo frenético para la directora del Marca (Museo Arqueológico de Cacabelos), Silvia Blanco, improvisada jefa de una legión de pequeños arqueólogos en los ya conocidos talleres didácticos. Ella responde a las recurrentes llamadas de los niños sin perder en ningún momento la sonrisa, quizá porque la actividad le pone frente al espejo de su propia infancia, la primera referencia de una charla reposada que comienza en Tarragona, su lugar de nacimiento. “Me marcó la creatividad en el colegio. Allí se enseñaba jugando. A mí me encantaba el colegio. Lloraba cuando llegaban las vacaciones”, dice nada más de acabar de predicar con el ejemplo con un puñado de chavales a los que abre mundos diferentes con un tono siempre lúdico y cómplice.

Silvia Blanco, en el Castillo de Castrocaldelas (Ourense), en 1994

“Me marcó la creatividad en el colegio. Allí se enseñaba jugando. A mí me encantaba el colegio. Lloraba cuando llegaban las vacaciones”, explica tras una frenética tarde con uno de los talleres didácticos infantiles

Silvia Blanco llegó con 14 años a Ponferrada, la tierra de sus abuelos. Le chocó el cambio de metodología educativa. “Pero me adapté”, cuenta para reconocer que vivió algo parecido al cursar la carrera de Historia del Arte en la Universidad de León. “La forma de dar las clases tampoco iba conmigo. Yo siempre trato de llevar las cosas a mi terreno y hacerlas divertidas. La teoría y la práctica deben ir de la mano”, añade también desde su experiencia como profesora de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) en Ponferrada. “Siempre me ha gustado explicar las cosas desde la emoción”, concluye. Y no hace falta que lo jure.

Tenía claro el horizonte. “Siempre pensé en dedicarme a los museos”, reconoce. Por el camino ha hecho varias paradas. La primera fue para realizar labores de catalogación de piezas de bienes muebles junto al entonces párroco de Santalla del Bierzo y delegado de Patrimonio de la Diócesis de Astorga José María Voces Jolías. “Me lo enseñó todo sobre patrimonio religioso”, destaca sobre un trabajo que tuvo, en clave más personal, otro valor: “Descubrí que había elegido bien mi profesión”. Sin salirse de este ámbito, hizo de guía durante la edición de la exposición de arte sacro Las Edades del Hombre celebrada en 2007 en Ponferrada. “Todos los trabajos me han servido para algo. Y este me sirvió para enfrentarme al público”, destaca para alabar el impacto de una iniciativa “muy innovadora” que, a su juicio, caló y dejó poso en la ciudad.

Como freelance se encargó durante un tiempo de elaborar informes de catalogación de fondos para la restauración de bienes muebles. Llegó “por casualidad” para cubrir una vacante en la UNED, un destino imprevisto en su hoja de ruta pero en el que asegura sentirse “cómoda” al aplicar un modelo acorde a su forma de entender la enseñanza. Allí imparte sus clases los lunes, el único día libre que le deja su cargo como directora del Marca. Pero ella lo asume sin ningún lamento, sino con la naturalidad de quien disfruta con lo que hace: “Lo que más me gusta en este mundo es trabajar y probar cosas nuevas”. Y otra vez no hay nada de impostura en lo que dice.

“Yo siempre trato de llevar las cosas a mi terreno y hacerlas divertidas. La teoría y la práctica deben ir de la mano”, añade también desde su experiencia como profesora de la UNED en Ponferrada

Trabajando en León en 1995

En una foto familiar entre la nieve

“Lo que más me gusta en este mundo es trabajar y probar cosas nuevas”, dice Silvia Blanco, que imparte clases en la UNED los lunes, el único día de la semana que cierra el Museo Arqueológico

La oportunidad de hacer realidad su sueño llegó cuando salió a concurso la plaza para dirigir el Marca. La vida pone a veces sensaciones contradictorias como las que ella experimentó al contrastar la alegría por obtener el puesto con la preocupación por un problema de salud de su hermana. Y se puso a la tarea de aplicar el proyecto museológico presentado y pensado para acercar al público un centro por el que en las primeras semanas aparecían los visitantes con cuentagotas. Era finales de 2012 y la crisis económica había puesto entre interrogantes el futuro de proyectos con más fachada que contenido: “Y era lógico hacer ese planteamiento. Los políticos pensaban en los edificios, pero no en darles vida”.

Hubo, para empezar, que superar recelos. “La etiqueta de arqueológico asusta un poco. Pero yo sabía que las exposiciones temporales le iban a dar dinamismo”, relata para fijar hitos como la muestra de mujeres ‘Ahora, nosotras’, en la que las artistas “venían felices porque un museo local les estaba dando una oportunidad que no le podía dar uno grande”; o la de ‘Antonio Guerra. La fórmula del éxito’, donde vivió la experiencia “tremendamente emocional” de descubrir al personaje a través de testimonios de vecinos, lo que de paso sirvió para incrementar la identificación del museo con el pueblo. La receta ha funcionado. Y hoy el Marca es lugar ineludible de referencia del panorama cultural berciano.

Con ‘Cavernarios’ y ‘Ankesenamon. En busca de la reina perdida de Egipto’, el museo ha retomado su ADN arqueológico. “Yo soy una apasionada del arte contemporáneo. Y esto es un reto para mí”, afronta con el espíritu optimista que la caracteriza en el contexto de un “Bierzo triste”, una sensación que cala desde el ánimo de las personas hasta una arquitectura a la que le pone el mismo adjetivo una persona que, dispuesta a poner al mal tiempo buena cara, recibe siempre a los visitantes con una sonrisa.

Rodeada de un grupo de artistas en el Marca

Junto a la artista Raquel Montero (centro) y la directora del Museo Provincial de Lugo, Encarna Lago

Con la presidenta del Instituto de Estudios Bercianos, Mar Palacio, y familiares de Antonio Guerra en la inauguración de la exposición ‘Antonio Guerra. La fórmula del éxito’

En la inauguración de la exposición ‘Antonio Guerra. La fórmula del éxito’

Atendiendo a los medios de comunicación en la inauguración de la exposición ‘Ahora, nosotras’

Con niños en uno de los talleres temáticos de las tardes de los sábados

Con detalles de la muestra ‘Ankesenamon. En busca de la reina perdida de Egipto’

“La etiqueta de arqueológico asusta un poco. Pero yo sabía que las exposiciones temporales le iban a dar dinamismo”, dice al recordar sus primeros meses al frente del Marca

Silvia Blanco, a las puertas del Museo Arqueológico de Cacabelos