Pepe el Zapatero es, para miles de bercianos, el hombre que está detrás del Belén de Cabañas Raras, una virguería fruto fundamentalmente de su ingenio y habilidad. Nosotros dedicamos la última tarde de 2019 a escarbar en su biografía. Y comprobamos que muchas de las claves se esconden en esa maqueta con centenares de figuras en movimiento que resumen casi un siglo de oficios y experiencias individuales y colectivas. “Toda su vida está ahí reflejada”, dice su sobrino Manuel García ahora que los achaques impiden acercarse al nacimiento a su creador, sí presto para narrar en su casa, con lucidez y buenas dosis de ironía, 93 años de andanzas por hasta tres continentes diferentes.

Pepe el Zapatero hizo la mili en Salamanca y en Melilla

“El maestro nos tocaba con la guitarra el himno de Riego”, cuenta para recordarse en febrero de 1936 entre los gritos de ‘Viva la República’ y ‘Viva Gil Robles’ con la Guardia Civil “pegando a diestro y siniestro”

José Fernández López nació en Cabañas Raras en 1926. Pronto la Historia de España se cruzó en su historia personal. Cuando a los seis años de edad se incorporó a la escuela, ya se había proclamado la Segunda República. “Y el maestro nos tocaba con la guitarra el himno de Riego”, cuenta para recordarse en febrero de 1936 entre los gritos de ‘Viva la República’ y ‘Viva Gil Robles’ con la Guardia Civil “pegando a diestro y siniestro” y “sin saber quiénes eran los buenos ni quiénes los malos”. Era la antesala de la Guerra Civil, de la que rescata tres imágenes: un vecino llorando por partir a una contienda en la que ya había muerto su hermano, el lamento de un padre por ver marchar a su único hijo y mineros que bajaban de Fabero en un camión de Diego Pérez con escopetas a defender al Gobierno legítimo de la República a Ponferrada.

Pepe se libró de la Guerra. “A los niños no nos afectó. En el pueblo no ocurrió nada”, dice al situarse, eso sí, enfrascado en las rivalidades entre barrios de una localidad con hasta 14 diferentes. Él era del barrio del Agua, un crisol de oficios con panadero, herrero, carpintero y zapatero. El conflicto bélico había pasado, pero quedaba por sufrir la “escasez”, que se combatía al estraperlo de alubias y garbanzos viajando en tren hasta La Bañeza (“a la vuelta os esperamos”, cuenta que les dijo un guardia civil en el viaje de ida al descubrir sus maletas vacías) o arando las viñas, recogiendo “cagallones” para abonar el huerto o cargando a la espalda sacos de espigas con apenas 14 años. Había que madurar de repente y dejar los juegos infantiles en unos tiempos en los que se estiraba el uso lúdico de una simple caja de cerillas.

La escasez también se paliaba con austeridad. Así lo comprobó, todavía de niño, cuando su padre, ya zapatero, le enseñó el oficio. La primera lección fue enderezar puntas “para aprovecharlas”. “Y se ponían muchas medias suelas”, señala al referirse a su primer trabajo, en Lillo del Bierzo (Fabero), donde ganaba 16 pesetas frente a las 13 de un vagonero en la mina. Luego, entre los 18 y los 20 años, trabajó en la MSP (Minero Siderúrgica de Ponferrada), primero en la capital del Bierzo y luego en la mina en Toreno, una jugada para librarse de la mili que no tuvo el fruto esperado. Se incorporó al servicio militar tres meses tarde (“los reclutas me llamaban el recluta”), lo que hizo que un destino inicial relativamente cercano en zapadores en Salamanca acabara por derivarse a infantería en Melilla: “Y lo primero que vi allí fue a un capitán pisarle la cabeza a un soldado”.

La primera lección de su padre, ya zapatero, fue enderezar puntas “para aprovecharlas” el tiempos de escasez y austeridad. “Y se ponían muchas medias suelas”, dice sobre su primer trabajo en Lillo del Bierzo

Pepe el Zapatero hizo la mili en Salamanca y en Melilla

De zapatero en la mili

En la maja

A la vuelta de la mili se estableció en Ponferrada con un taller de zapatero frente a la Iglesia de San Pedro, cuya primera piedra vio poner. “Pero la zapatería nunca dio dinero”, lamenta quien luego fue carpintero y minero

La mili, sin embargo, acabó siendo amable en el continente africano. “Me dieron plaza de zapatero, quedaba libre de todo servicio, veíamos en el cine por una peseta tres películas, entre ellas Gilda… Con lo que ganábamos íbamos a comprar. Estuvimos un año sin comer el rancho”, relata. La vuelta a la realidad fue más dura. Su padre le puso taller de zapatero en Ponferrada, frente a la actual Iglesia de San Pedro, cuya primera piedra vio poner. “Pero la zapatería nunca dio dinero”, lamenta. Dos años más tarde estaba partiendo para Buenos Aires, donde fue empleado en un taller de recauchutado y en la empresa La Alpargata. “Pero los aires no eran tan buenos”, ironiza al citar una humedad que le recetó regresar a España cuando ya había hecho dinero suficiente para llevar a la que había dejado como novia y que llegó ya como su mujer tras casarse por un poder y volver para asentarse en el barrio del Centro de Cabañas, donde compró los solares donde levantó primero su casa y su taller y, muchos años después, la nave del Belén.

Pepe volvió para ser zapatero en Cabañas con calzado y reparación. “Hacía unas botas camperas muy chulas”, dice en el salón de su casa evocando el espacio del antiguo taller, improvisado lugar de tertulias donde un vecino leía novelas del Oeste a la manera en la que, en tiempos de su padre, hasta tres compartían una suscripción del ‘Abc’ que le permitió seguir batalla a batalla la Segunda Guerra Mundial, quizás el germen de su afición a la lectura. Pero ya se sabe. “La zapatería daba poco dinero”, repite. Así que volvió a hacer las maletas, esta vez con destino a Alemania para trabajar como carpintero apenas seis meses. Le mandaron cartas para volver cuando ya estaba en la mina de hierro de Coto Vivaldi hasta su cierre, que le dejó al paro con 50 años. “Pero si te comportas bien, luego tienes la recompensa”, dice para explicar cómo su experiencia como caminero le permitió entrar en Carbones San Antonio de Bembibre, donde se jubiló con 59 años de edad.

A la jubilación encontró la evasión en el bricolaje. El portal, el Castillo y algún oficio fueron las primeras piezas del Belén, que se estrenó en 1995 en la Iglesia de Cabañas. Hubo que reducir la escala cuando trasladó la maqueta a un local en frente del Ayuntamiento y empezó a sumar piezas, que se multiplicaron en su emplazamiento definitivo al tiempo que se engrasaba una maquinaria interior a veces a fuerza de “pensar los movimientos en la cama” antes de conciliar el sueño. “Veo que a la gente le gusta. Y eso es una satisfacción”, dice el creador de un nacimiento por el que desfilan miles de personas, que admiran las representaciones de la escuela, la maja, la mina, la zapatería… El legado de toda una vida.

A la jubilación encontró la evasión en el bricolaje. El Belén de Cabañas Raras cumple ya un cuarto de siglo. “Veo que a la gente le gusta y eso es una satisfacción”, se congratula

En la Pascua en Cacabelos, su fiesta favorita

Aprendiendo a tocar la bandurria en la mili

Con su hija tocando la bandurria

Con su esposa y su hija y, de fondo, su casa en construcción, en la carretera general

Fue emigrante en Argentina

En Argentina, en el Río de la Plata

De vuelta a España desde Argentina en barco

Otra imagen en Argentina

En la representación de una obra de teatro

Con su mujer y su hija

Trabajando de carpintero en Alemania

Trabajando de carpintero en Alemania

Recibiendo un premio cuando trabajaba en Coto Vivaldi

En su casa de Cabañas Raras

Con su mujer y su hija

Trabajando la huerta

Montando el Belén en la Iglesia de Cabañas Raras

Celebrando las bodas de oro

Con Yolanda Ordás

En la escuela de mayores de Cabañas Raras

En una visita de Manolo Escobar

Con Rumba Tres en una visita a Cabañas Raras

Con su mujer, de paseo

Haciendo turismo

En Roma

La maja es una de las secuencias por excelencia del Belén de Cabañas Raras

La fiesta, una de las partes más representativas del nacimiento mecánico

La representación de una mina es una de las partes más recientes del Belén

La representación de una mina es una de las partes más recientes del Belén

Con José Luis Prada y su hijo, viendo la maqueta del Palacio de Canedo

Ingenio y habilidad sumados para hacer realidad el Belén de Cabañas Raras

En pleno montaje de la mina en el nacimiento

En una imagen con el Belén de fondo

Pepe el Zapatero, el pasado 31 de diciembre, en su casa de Cabañas Raras