
Martín Pérez, entre dos de sus obras más significativas, el Pabellón Lydia Valentín (izquierda) y el Estadio El Toralín (al fondo a la derecha)
Llegó a Ponferrada a principios de los ochenta cuando había mucha más obra que estudios de arquitectura. Y tras diez años de crisis en los que descendieron al mínimo las licencias para la construcción de viviendas en la capital berciana, el arquitecto Martín Pérez asume que su oficio (como tantos otros) deberá redimensionarse y acomodarse a un nuevo escenario. Por el medio, dejó su sello en tres edificios singulares construidos en años sucesivos entre 2000 y 2002 (el Estadio El Toralín, el Pabellón Lydia Valentín y el Auditorio Municipal) y fue el ‘hombre milagro’ encargado de liderar en el verano de 1994 el proceso para conseguir en tiempo récord el dinero suficiente para salvar de la quema a la Deportiva Ponferradina. Recordar el esfuerzo de quince días frenéticos para sumar 15 millones de pesetas todavía le emociona.
De madre gallega y padre palentino, nació en Santiago de Compostela, una ciudad tradicional de “misa de doce, banda de música y paseo por la Alameda”. Marchó a Valladolid a cursar Arquitectura, carrera que concluyó en Madrid antes de regresar a finales de los años setenta a Santiago, donde no encontró nicho de mercado para establecerse. Ponferrada le ofrecía a él y a su entonces socio y antiguo compañero de estudios, Florencio Luna, más oportunidades en la previa al desarrollo urbanístico del Polígono de las Huertas del Sacramento. Así que peregrinó a la inversa por el Camino de Santiago, que por entonces tenía un componente “más religioso” y que con su boom actual ha acabado por “condicionar la arquitectura” de ciertos puntos de paso. En este contexto, sí aprovecha para instar al Ayuntamiento de Ponferrada a acondicionar la entrada por Campo y el Puente Boeza.
Martín Pérez se subió a la ola de un desarrollo económico que obligó a la comarca a importar técnicos y funcionarios. Comenzó “haciendo lo que nadie quería” con obras en pueblos de montaña que se detenían obligatoriamente por el tiempo en los meses más duros del invierno. Y se fue acercando a Ponferrada gracias a la confianza depositada por Construcciones Poncelas. Su primer proyecto fue el de una vivienda entre las calles San Genadio y los Almendros, en la parte alta de una ciudad que tenía por entonces el reto de desarrollar el entorno del Polígono de las Huertas, donde no cuajó “por falta de aparcamientos” el Centro Comercial La Máquina y donde se le encargó el vial de conexión entre el Puente de los Faraones y el Barrio de los Judíos.
¿Fue un error situar el Centro Comercial junto al centro urbano? “Si lo sitúas a las afueras, la gente que viene de los pueblos no entra a la ciudad”, opone

Martín Pérez, a la derecha, en su época como presidente de la Ponferradina (199-1996), junto a Pepe Eulate y una delegación del Real Oviedo entrenado por Radomir Antic (a la izquierda) y presidido por Eugenio Prieto (a su lado)

Con su sucesor como presidente de la Ponferradina, Lisardo González (derecha) y Ramón Martínez
El “primer salto” modernizador de la ciudad lo dio el entonces alcalde, Celso López Gavela. Y a su sucesor, Ismael Álvarez, atribuye el “gran salto” al emplear la figura de las TAU (Transferencias de Aprovechamiento Urbanístico), una fórmula que permitió desatascar el desarrollo de viales como Pérez Colino, Ave María o Avenida de Valdés “saliendo beneficiados” propietarios, promotores y Ayuntamiento. Pérez también alaba la reordenación del tráfico a base de la construcción de rotondas que han convertido los semáforos en una especie en peligro de extinción en Ponferrada, que paralelamente rompió el dique que impedía su desarrollo hacia el norte con la adquisición de los terrenos de la MSP y la urbanización de La Rosaleda hasta superar en algún año las 2.000 licencias de construcción.
¿Fue Ponferrada muy optimista con La Rosaleda? “La inflación de vivienda se tenía que haber regulado desde el Estado”, responde Pérez, que compara la explotación de la burbuja inmobiliaria con “el choque de una locomotora contra una pared”. ¿Fue un error situar el Centro Comercial junto al centro urbano? “Si lo sitúas a las afueras, la gente que viene de los pueblos no entra a la ciudad”, opone el arquitecto, convencido de la idoneidad de los supermercados que cuentan a su puerta con plazas de aparcamientos sin ocultar que la venta online obligará a cambiar el paradigma del comercio hasta hacer vital la disposición de centros logísticos. “Los centros comerciales van a ser Amazon e Internet. Los productos tendrán que llegar a un sitio desde el que se reparta. Ponferrada tendría que apostar por contar con centros logísticos, pero está quedando fuera de la línea del Ave y falta por terminar la autovía a Ourense”, considera.
Diseñó en tres años seguidos el Estadio El Toralín, el Pabellón Lydia Valentín y el Auditorio Municipal. “Yo privatizaría la gestión reservando La Encina”, dice sobre la infrautilización de este último
En los años de bonanza, Martín Pérez diseñó el Estadio El Toralín y el Pabellón Lydia Valentín, escenarios de frenética actividad por el aprovechamiento de sus bajos para acción social el primero y para escuelas deportivas el segundo. El resultado no ha sido tan satisfactorio en la tercera gran obra, el Auditorio Municipal, infrautilizado durante la mayor parte del año. “Hay un problema de gestión. Yo apostaría por privatizarla reservándose el Ayuntamiento las Fiestas de la Encina”, considera el arquitecto, que también diseñó el nuevo Parque de Bomberos ya en la frontera de una crisis económica especialmente dañina para su sector: “Hay despachos que no han cerrado por vergüenza”.
Para entonces, Martín Pérez ya había puesto su nombre en la historia de la ciudad con otro hito de componente más emotivo. “Sólo sabía de fútbol que el balón era redondo”, dice para situarse en el momento en el que, siendo presidente del Club de Tenis, recibió en julio de 1994 el encargo de saldar una deuda que amenazaba un descenso de categoría y la propia supervivencia de la Ponferradina, un proceso en el que surgieron fórmulas imaginativas de recaudación que han quedado grabadas en la memoria colectiva como la venta en plena calle de botellas de vino con Denominación de Origen Bierzo. “Todo el mundo arrimó el hombro”, agradece mientras se le humedecen los ojos a este arquitecto al recordar cómo entonces y a contrarreloj consiguió apuntalar un edificio en ruinas, otra de sus ‘obras’ más significativas.
“Sólo sabía de fútbol que el balón era redondo”, dice para situarse en el momento en el que recibió en julio de 1994 el encargo de saldar una deuda que amenazaba la supervivencia de la Ponferradina

En Fuentesnuevas con el periodista Manuel Domínguez

En un acto junto a los entonces concejales de Ponferrada José Luis Iglesias y Rita Prada (también presidenta del Consejo Comarcal del Bierzo) y el empresario José Martínez Núñez

Venta de botellas de vino para saldar la deuda de la Ponferradina en la Avenida de España en julio de 1994

En la presentación de un libro de la historia de la Ponferradina escrito por José Cruz Vega (al fondo a la derecha). En primer plano, el periodista Óscar Campillo, que luego sería director del diario deportivo Marca

Intervención de José Cruz Vega en el mismo acto de presentación

Martín Pérez recibe un premio de manos del recordado Porfirio Fernández

En el Estadio El Toralín junto a Nino Cubelos

Con un equipo de las categorías inferiores de la Ponferradina en el Estadio de Fuentesnuevas

Recibiendo un premio de manos de Ramón Martínez

Con Porfirio Fernández y árbitros del Bierzo en el Estadio El Toralín

Con el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol Ángel María Villar

Charlando con Víctor Simón Ricart, que fue procurador autonómico y figura relevante de Alianza Popular y Partido Popular, así como responsable de la Gestoría Simón en Ponferrada

Martín Pérez, en una de las entradas del Estadio El Toralín