A lomos de un caballo cubrió su primera etapa. Su madre así lo llevó a bautizar desde Ponferrada a Compludo. Emilio Villanueva Blanco iba para misionero cuando los pedales se cruzaron en su camino. Y a lomos de una bicicleta hizo luego una carrera de largo alcance en la que compitió contra los grandes de la época, entrenó al mejor equipo femenino español y hasta se proclamó campeón del mundo de contrarreloj para veteranos. Carnicero de profesión con medio siglo con puesto en el Mercado de Abastos de la capital del Bierzo, también se metió en la política local con la condición de ser concejal de Deportes, desde donde impulsó con éxito la candidatura para albergar un Mundial de Ciclismo, un sueño cumplido luego convertido en pesadilla.

Emilio Villanueva, en la carrera de Flores del Sil. “Nunca conseguí ganar la de La Placa”, lamenta
Jugaba al fútbol y soñaba con ser misionero cuando la noche anterior a la carrera ciclista de la Encina su hermano le ofreció su bici para competir. Hizo tercero, le dieron 300 pesetas y un trofeo. “Y lo dejé todo”, cuenta
Villanueva nació en mayo de 1942 en la Avenida de Portugal, en el barrio de Flores del Sil. Cuando apenas tenía dos meses su familia se trasladó al de La Placa. “Solamente había tres casas”, cuenta mientras recuerda una infancia que dio un salto cuando aprobó el examen de ingreso en el colegio San Ignacio. El premio paterno fue “una BH roja, con dos banderitas y timbre”. Fue, sin embargo, con la de carretera de su hermano con la que dio el paso definitivo. Jugaba al fútbol en el San Pedro y soñaba con ser misionero cuando la noche anterior a la carrera ciclista de las Fiestas de la Encina su hermano se la ofreció para competir. Se fue a casa a descansar sin ni siquiera ver los fuegos artificiales. Al día siguiente hizo tercero, le dieron 300 pesetas y un trofeo. “Y lo dejé todo. Me pesa no haber hecho estudios”, admite.
Su padre era agricultor y su madre tenía una tienda en La Placa. A las primeras carreras fue a escondidas, ahorrando de la propina semanal para pagar los viajes en tren. “Y a mi madre le decía que me preparara dos bocadillos porque me iba de excursión…”, señala al relatar la primera vez que salió en el periódico en una crónica que ponderaba los méritos de un joven ciclista que no había sido doblado por el pelotón pese a pinchar en una carrera en León. “Y ahí empiezas a motivarte”, apunta. Sus deseos chocaban contra la realidad familiar. Ahora el castigo paterno por dejar los estudios fue ayudar en casa hasta ir con unos tíos a Madrid a aprender el oficio de carnicero. Lo peor fue tener que aparcar la bicicleta durante siete meses.
Vivía al lado de Atocha. Y trabajaba de seis de la mañana a diez de la noche parando sólo para comer. Los domingos quedaban libres. Ahora lo que se ahorraba de la propina por no coger transporte (“a todos los sitios iba pateando”) lo invertía en un bocadillo de calamares antes de ir al Bernabéu con su primo a ver al Real Madrid (“y todavía devolvía algo de dinero”). La capital “era otro mundo”, pero se sentía más libre encima de una bicicleta. Así que regresó al Bierzo, aplicó lo aprendido en un puesto en el Mercado de Ponferrada y un despacho en La Placa, desengrasó la cadena y ganó en Cacabelos. Ahí sus padres ya tuvieron que rendirse a la evidencia: “Al principio no me dejaban. Que a ver si estaba loco. Y que los vecinos decían que hacía deporte…”. Correr en bicicleta era todavía una excentricidad.
A la vuelta de Madrid, tras aprender el oficio de carnicero, ganó una carrera en Cacabelos. Ahí ya sus padres se rindieron a la evidencia: “Al principio no me dejaban. Me decían que a ver si estaba loco”

En la visita a La Placa de la Virgen de la Encina por el cincuentenario de su coronación

Construyendo la iglesia de La Placa

Ganando la carrera de Cacabelos
Había fines de semana que eran como una maratón. Volvía para casa con más dinero que el que sacaba en unos cuantos días vendiendo filetes. Luego dirigió el mejor equipo femenino español de la época
Villanueva volvió a salir en los periódicos. Y ya no era porque no le doblaran al pinchar, sino por ganar carreras como la de Figaredo, en Asturias, aprovechando que los ‘gallos’ del pelotón se controlaban entre ellos. Había fines de semana que eran como una maratón. Y así se recuerda un 18 de julio ganando la prueba en Compostilla, comiendo un bocadillo, bañándose en el Canal y tomando el coche para estar en la localidad coruñesa de Cee a las cinco de la tarde y repetir triunfo; o venciendo consecutivamente el sábado en Noia, el domingo en Orense y el lunes en Coruña. Volvía para casa con más dinero que el que sacaba en unos cuantos días vendiendo filetes. Y aunque corrió para varios equipos, llegó a tener “un sueldo no muy elevado” en el Werner y hasta fue cedido a míticos como el Kas y el Teka, desechó contratos porque ya no todos jugaban limpio, se sacó licencia de neoprofesional (para poder competir con amateurs y profesionales) y fue una temporada el ciclista español con más carreras ganadas antes de estirar su carrera hasta proclamarse campeón de España de Mountain Bike.
Su mente ya iba al menos al mismo ritmo que sus piernas cuando cofundó el Club Ciclista Berciano. Y como no convenció a su presidente, Porfirio Fernández, para crear cantera, montó la Peña Ciclista Villanueva, desde donde subió a la bici a varias generaciones de bercianos y formó el mejor equipo femenino español de finales de los ochenta y principios de los noventa. Todo nació cuando pioneras como Esperanza Neyra recibían bolsas de caramelos al llegar a la meta, se desarrolló cuando persuadió a las federaciones de la necesidad de primar a las féminas y culminó con los éxitos de foráneas como Marga Fullana y Dori Ruano o propias como Chely Álvarez, cuya muerte a las puertas de Barcelona 92 le pasó factura: “Estuve un mes sin hablar con nadie”. Todavía se sobrepuso para hacer de Ponferrada sede de la Preolimpiada femenina y ser parte técnica del equipo unificado resultante de la división de la URSS que compitió en los Juegos.
Fue en Barcelona donde vio la capacidad de un evento deportivo como catalizador de una transformación urbana. Tras haber dicho ‘no’ al CDS de Adolfo Suárez y a una lista independiente de Flores del Sil, le dijo ‘sí’ a Carlos López Riesco y fue concejal de Deportes de 2003 a 2011 en el Ayuntamiento de Ponferrada, desde donde incrementó el número de escuelas deportivas, impulsó pruebas pioneras como la Media Maratón Nocturna y promovió la candidatura al Mundial de Ciclismo, que se celebró en 2014 con él ya fuera de la Concejalía: “Fue un desastre. Y no creo que Ponferrada vuelva a tener algo así”. Por un calentón había puesto tienda y taller de bicicletas en La Placa cuando el reloj no daba para más: “Muchos días de esta vida no he dormido ni cuatro horas”. Y también de repente, tras oír en la radio el escándalo de los ERE de Andalucía, dijo basta y cerró su puesto en el Mercado tras cincuenta años detrás del mostrador y muchas horas cotizadas a la Seguridad Social. Todavía siguió dando pedales hasta proclamarse en 2017 campeón del mundo de contrarreloj para veteranos. Y ahora cierra un círculo con la meta puesta en continuar recuperando patrimonio en Palacios de Compludo.
Muchos años antes del Mundial, organizó en Ponferrada una Preolimpiada y se sumó al equipo unificado en Barcelona 92, donde constató la transformación urbana vinculada al evento deportivo

En una carrera de cintas por la Encina

Jurando bandera en Sidi Ifni

En una procesión en Compludo

Recogiendo un trofeo en Pontevedra

Con Gustavo Gómez en Flores del Sil

En San Miguel de las Dueñas

En la Vuelta a Sevilla de 1963

Con Porfirio Fernández

Con José Manuel Fuente ‘el Tarangu’

Con la equipación del conjunto Teka; a su lado, el mítico Delio Rodríguez

Con la equipación del conjunto Forterra

Recogiendo un trofeo en Noia

En lo más alto del podio, en una carrera por el 18 de julio en Compostilla

Recogiendo el Trofeo Ciudad de Ponferrada

En Santiago de Compostela, victorioso tras una escapada de 90 kilómetros por delante de López Carril

En un homenaje a Txomin Perurena

En una concentración en Ancares

Con Chely Álvarez, Magdalena Rigo y María Luisa Izquierdo

Emilio Villanueva se involucró en el ciclismo femenino con un equipo puntero

Con Esperanza Neyra, en una contrarreloj en las Huertas del Sacramento, en Ponferrada

En el Gran Premio de La Coruña

Con el maillot de campeón de España de Mountain Bike

El día en que se proclamó en Majadahonda campeón de España de Mountain Bike

Recibiendo el trofeo como campeón de España de Mountain Bike en Majadahonda

Levantando el Trofeo Bierzo de puntuación

Emilio Villanueva portó la antorcha olímpica tras hacer noche en el Ayuntamiento de Ponferrada de camino a los Juegos de Barcelona 92

Equipo aficionado de la Peña Ciclista Villanueva en una Vuelta al Bierzo

En Dragonte

En su domicilio de La Placa

Emilio Villanueva, en su domicilio de La Placa, con una bicicleta antigua y otra moderna