“Encuentras la fuerza en la familia, teniendo alguien a tu lado que te apoye”. Es la respuesta a una pregunta obligada. El cáncer ha jugado un papel protagonista en la vida de Conce Blanco. Se llevó a su madre, a su marido y a su hija. También ella lo ha sufrido. Con 38 años una visita rutinaria por una molestia leve acabó en el especialista. Cáncer de pecho. Le dieron el fin de semana para decidir si quería operarse, “hasta entonces el peor fin de semana de mi vida” recuerda. Lo hizo. Años más tarde, cuidando a su hija ya enferma en el Hospital de Valdecilla se quedó sin dinero en efectivo. Estaba sola. “De pronto apareció un ángel con bata blanca, me dijo que era voluntaria de la asociación y se quedó con mi hija mientras yo iba al banco, desde entonces ya podía bajar a comer a la cafetería y ella nunca se quedaba sola. Pensé, ‘esto lo tengo que hacer yo en Ponferrada’”. Enterró a su hija un sábado y el lunes se presentó en el Hospital del Bierzo.

Concepción Blanco nació en Yebra, en el municipio de Benuza, en 1944. En una Cabrera asolada por la posguerra pasó una infancia repleta de carencias, “igual hoy comíamos patatas y mañana otra vez patatas pero en mi casa nunca se pasó hambre”, sostiene. Con 13 años la familia se trasladó a Cuatrovientos y ella comenzó a trabajar en la pescadería de los Campaneros limpiando callos. Después vendría Madrid, donde se ganó la vida como dependienta en una casquería, y más tarde Francia, en un París plagado de españoles buscándose la vida. “Al principio lo pasé mal pero fue una experiencia muy bonita”. Allí conoció a su marido y nació su hija.

En el 76 regresó a un Cuatrovientos muy distinto al que había habitado en su niñez. “Cuando llegué no había ni iglesia, y solo dos bares, vino mucha gente en poco tiempo y el barrio se expandió y creció muchísimo”. Comenzó entonces a militar en la asociación de vecinos Matagal desde donde se consiguieron reivindicaciones históricas como el centro de salud, el ascensor para el centro cívico o la puesta en marcha de medidas para reducir los accidentes en la Avenida Galicia. Quedan cosas pendientes, por supuesto, “las calles están de pena”. Cubrir el canal y hacer una avenida es otra de sus luchas sin completar.

En el 2003 llegó la parte más insólita de la vida de Conce y es que, según ella misa dice, ni le gustaba ni había tenido ningún contacto anterior con el mundo del fútbol. Una tarde fue a buscar a su nieto y le hablaron de los problemas que atravesaba el club. “Se iba a cerrar porque tenía unas deudas enormes”, explica. Poco más que añadir. Desde ese mismo día ocupa la vicepresidencia del Club Deportivo Cuatrovientos, hoy, uno de los mayores equipos deportivos del Bierzo. “Viajo con ellos, voy a los entrenamientos y estoy orgullosa de todos los niños que han pasado por aquí y también de sus padres. Me han enseñado a ser más humana y casi a ser joven otra vez”.

Conce Blanco es vicepresidenta del Club Deportivo Cuatrovientos, que cuenta con campos de césped artificial gracias a la implicación de la Federación Española de Fútbol

Atesora premios como el Trono Popular de la Ser, el Ciudad de Ponferrada o la Medalla de Oro de la Asociación Española Contra el Cáncer de la que fue presidenta y en la que hoy ocupa el cargo de delegada provincial para El Bierzo. ¿Su mayor anhelo? Un servicio de radioterapia para la comarca. “La excusa es que somos pocos pacientes pero para mí no vale, siempre llega todo pero a veces demasiado tarde”, lamenta. El cariño de sus vecinos le ha valido el cortejo de algunos políticos. “Siempre dije que no y diré que no, me gusta hacer lo que prometo y ahí sé que unas veces no puedes, otras no quieres y otras no te dejan”. Conce es sinónimo de integridad y supervivencia.