Ponferrada se había ganado un apelativo que le hizo pasar a la historia por una mezcla de pujanza económica y cierto espíritu canalla en medio del franquismo y la Guerra Fría cuando Aniano Rodríguez Abella se asomó por primera vez detrás del mostrador. Tenía 9 años de edad (había que madurar de repente) y su padre homónimo (el que bautizó el negocio) sabía que se movía con rapidez por aquella tienda de ropa de todo tipo. La capital berciana ha perdido tanto el dinamismo como el aura ahora que este mes de enero Aniano se despide en medio de una pandemia que ha podido acelerar su retiro en un establecimiento ya específico que seguirá con vida en la calle del Cristo. “Ponferrada era la Ciudad del Dólar y ahora es la ciudad del dolor”, dice como resumiendo en un titular 66 años de historia personal y colectiva.

Con el San Pedro. De izquierda a derecha de pie: Nino, Andrés, Chispa, Pererira, Saavedra (entrenador), Ojea y Luis. Agachados: Merino, Aniano, Luis Manceñido, Leonés y Jacinto
Jugó al fútbol hasta llegar a la Sociedad Deportiva Ponferradina. El fútbol berciano perdió un interior pero ganó un comerciante a tiempo completo. Tampoco hizo estudios superiores: “La mejor carrera es la vida”
Nació en Ponferrada, pero por sus venas corre sangre ancaresa, la de su padre (de Villasumil) y la de su madre (de Espinareda de Ancares). Y eso marca para la vida y para los negocios. “Comerciante fornelo, cajero ancarés”, sentencia reproduciendo el dicho popular que explica a renglón seguido: “Se supone que los fornelos eran más desprendidos y los ancareses se caracterizaban por no tirar el dinero”. Todavía conoció el lagar de cera que en la calle General Sanjurjo (hoy Avenida de Valdés) tuvo su padre, quien a continuación abrió la tienda de ropa ‘Aniano’ en la calle del Cristo, la que ha sido su vida durante más de seis décadas y media.
El tiempo que no pasaba en la tienda lo invertía de chaval en jugar al fútbol. Comenzó en el San Pedro en juveniles para pasar al Fabero en Regional, regresar a su primer club en Tercera División y recalar en la Sociedad Deportiva Ponferradina, donde sufrió una lesión de menisco que precipitó su retirada. El fútbol berciano perdió un interior, pero la sociedad ganó un comerciante a tiempo completo. “Si me hubiera gustado más el fútbol, me habría operado entonces”, justifica. Sus hermanos hicieron estudios superiores, mientras él completó su formación yendo a clases particulares y al instituto en horario nocturno. Tampoco se arrepiente. “La mejor carrera es la vida”, proclama.
El caso es que tampoco había mucho tiempo. La tienda abría ininterrumpidamente de nueve de la mañana a diez de la noche (incluso algunos años también los domingos por la mañana). “Nos turnábamos mi padre y yo para comer. A él no le gustaba estar encerrado, así que iba mucho a comprar fuera. Y yo me quedaba solo bastante tiempo”, relata. El establecimiento fue girando al compás de la demanda para especializarse primero en moda vaquera y centrarse luego en la confección de caballero, una referencia en ropa para eventos y celebraciones. Su pupitre fue el mostrador. “Y ahí se aprenden muchas cosas. Hay que atender a la gente con una sonrisa, no perder el humor y, a veces, tener paciencia”, apunta como receta.
Aniano no deja de animar de animar a nuevos emprendedores incluso en el actual contexto: “Una persona puede triunfar con crisis y sin crisis, aunque será más fácil sin crisis y en determinados sectores”

Aniano Rodríguez Abella, en el mostrador de su tienda de la calle del Cristo llegada la hora de la jubilación
Fue la calle del Cristo de las primeras en las que se aplicó la fórmula peatonal (todavía recuerda que había plazas de aparcamiento en la misma acera del establecimiento). “La peatonalización no es mala de por sí. Lo que más ha perjudicado al comercio de Ponferrada es tener una gran superficie en la propia ciudad”, lamenta sin obviar la progresiva pérdida de aquella pujanza industrial que no ha encontrado relevo en empresas “que venían si les daban el suelo gratis y se marchaban cuando se acababa la subvención”. “Yo creo que una de las soluciones podría estar en la explotación del campo, pero a la gente joven no le gusta”, sugiere sin dejar de animar a nuevos emprendedores incluso en el actual contexto: “Una persona puede triunfar con crisis y sin crisis, aunque será más fácil sin crisis y en determinados sectores”.
“La peatonalización no es mala de por sí. Lo que más ha perjudicado al comercio de Ponferrada es tener una gran superficie en la propia ciudad”, dice desde una calle que adoptó hace años el modelo peatonal
El buen funcionamiento de su negocio fue uno de los factores que le impulsaron a prolongar la actividad más allá de la edad natural de jubilación. Y aunque ya llevaba tiempo barajando la opción del retiro, la crisis del coronavirus ha apurado los plazos. “Sin pandemia, seguramente seguiría”, confiesa. No será el punto final de un negocio que quedará en manos de su actual empleada, pero sí un punto y aparte en casi siete décadas de historia que ahora abren un nuevo episodio marcado por la incertidumbre, con los eventos en cuarentena y el futuro entre interrogantes. “Las restricciones a la hostelería se notan en el comercio en general porque la gente no sale de casa. Bajaron las ventas y no sabes a qué atenerte”, dice uno de los imprescindibles del comercio ponferradino y berciano, que se quedan un poco más huérfanos este mes de enero.

Con el San Pedro. De izquierda a derecha de pie: Nino, Andrés, Abad, Pereira, Luis, Seve. Agachados: Paco (entrenador), Ojea, Aniano, Luis Manceñido, José Leonés y Jacinto

Aniano Rodríguez Abella, en el mostrador de su tienda de la calle del Cristo llegada la hora de la jubilación