“Ahora tenemos nevera, televisión, tractor, antes nada. Segábamos la hierba con una guadaña”. Pero ojo, que ese antes fue casi ayer, porque si hay muchas Españas no se imaginan Bierzos. Con la boina calada, unos pantalones de pana y en mangas de jersey, ‘el Moreno’ sale de su casa para charlar con nosotros, que en tiempos de covid es mejor no meterse en morada ajena. ¿No coge una chaqueta? “No, no hace frío”. Aunque estamos en febrero y Balouta, casi Galicia, casi Asturias, pero aún León, está completamente rodeada de nieve. Sorprende la fortaleza de quien ha vivido supeditado a la naturaleza y no al revés. Manuel Cadenas Barrero nació aquí hace 75 años y de aquí no se ha movido. Pedáneo desde hace treinta y cinco, ya rozaba los cuarenta cuando la carretera comunicó el último pueblo del valle con Vega de Espinareda y la luz eléctrica permitió a sus vecinos tener electrodomésticos y teléfono. Atentos los salvapatrias que desde sus despachos ofrecen soluciones para la ‘España vacía’. “Nos quitaron la escuela y si te llevas a los niños de aquí y se crían en la capital, luego no querrán volver”. Lo sabe él, un hombre “feliz de la vida y enamorado” que cuenta sin atisbo de lamento la dureza de situaciones que hoy resultan inconcebibles. “Cuando alguien se ponía malo, pues había que aguantar. En una ocasión parió una mujer y se complicó. Tumbada en una escalera que hizo de camilla, la bajaron cuatro hombres hasta Candín a través de una nevada enorme. Y los dos se salvaron. El bebé y ella”.

Imagen antigua de Balouta, cuando casi todas las edificaciones eran pallozas

Cuando Manuel era un niño con el pelo “rizado como un negro”, de ahí el mote de Moreno, Balouta tenía tres cantinas, casi todas las viviendas eran pallozas, la nieve los mantenía incomunicados “a diario”, tanto que “algunas veces entrábamos a casa por la ventana” y se iluminaban con “candiles de gas y después de carburo”. Todas las familias tenían ganado, los niños empezaban a ir con las vacas con 5 o 6 años, y la agricultura era de subsistencia, “lo que más se sembraba eran patatas y centeno que luego se guardaban para comer en invierno”. La paja del centeno también era buena para teitar. “Entonces muchos sabían hacerlo, unos mejor que otros, porque el teito tiene algo de malicia y algunos ataban mal a propósito para que durara menos”. El médico no cruzaría el puerto, pero para la picaresca no hay montaña demasiado alta. De todas aquellas pallozas, patrimonio material incalculable, se pueden contar con una mano las que quedan hoy en pie. “La Diputación mandó un impuesto a pagar pero la gente no quería, apenas se tenía para vivir. De aquella, muchos que ya estaban fuera de aquí las tiraron para no pagar”.

“Cuando era mozeto, el día de Santiago se hacían dos fiestas, una en el pico del pueblo y otra abajo”

Para hacer la función de profesores se organizaban los vecinos. “Al principio venía un maestro que daba clase en alguna casa, pero después quedamos sin él y los que más sabían del pueblo nos enseñaban”. Hoy apenas hay 20 vecinos que residan durante todo el año en el pueblo, pero no hace tanto que todas las casas estaban llenas “y en algunas había hasta nueve hermanos”. “Cuando era mozeto, el día de Santiago se hacían dos fiestas, una en el pico del pueblo y otra abajo”, y entre bailes agarraos y muñeiras pasaban las horas. Cuando el resto de España ya conocía a los payasos de la tele, a Félix Rodríguez de la Fuente y a Ruperta, en Balouta se reunían al oscurecer a la luz de la lumbre en lo que en algunos sitios se conoce como filandones o calechos y aquí llaman polavilas. “Las mujeres tejían mientras se contaban historias, pero eso se perdió. Vino la televisión y nos quedamos en casa”. ¿Y en Nochevieja? “Sin tele ni radio no sabíamos nada de las uvas, eso es nuevo. Nos juntábamos, bebíamos y charlábamos toda la noche”.

Habla de su mujer en cada frase. “Llevamos casados 41 años y volvería a casarme con ella ahora. Casi la crie yo. Cuando tenía 11 años ya me parecía muy guapa. Había otras, pero no me caían bien. Si hay que darnos nota ella es un 10 y yo soy un 2”. Aquí tuvieron a sus dos hijos y aquí han vivido siempre. “El porvenir de Balouta lo veo muy mal. Me da mucha pena, yo querría que volviese gente. Pero para eso habría que valorar los terneros, dejar hacer naves y quitarnos los jabalíes que nos hacen muchos destrozos, mucho más que el lobo”. Y para dejarlo claro en medio de una polémica latente, “aquí somos leoneses. Los gallegos por la tierra se matan, ya nos quisieron quitar un trozo de monte. Antes Cervantes era Cervantes, lo de Los Ancares es un invento, hubo algo de dinero ahí”. Para afrontar el futuro convendría mirar al pasado, está solo a un paso, o a un puerto de distancia.

Manuel Cadenas Barrero (primero por la derecha)

Manuel y su mujer el día de su boda, hace casi 41 años

Manuel y su mujer el día de su boda, hace casi 41 años

Estampa familiar

Manuel Cadenas Barrero ‘el moreno’ frente a una de las pallozas que aún quedan en Balouta

Manuel Cadenas Barrero