
Carmen Prada, voluntaria y Premio Trono Popular a la Labor Callada de Radio Bierzo
Son las 10 de la mañana. Las furgonetas llegan, los voluntarios descargan y el bajo del Estadio El Toralín convertido en almacén del Banco de Alimentos del Sil (BAS) entra en ebullición. La actividad es frenética. “Esto parece una empresa con ánimo de lucro”, dice el presidente del colectivo desde su fundación en mayo de 1997, Damián Tascón, al que no le dejan renunciar al cargo. “Ya he dimitido tres veces…”, cuenta con una sonrisa cómplice ahora que acaba de cumplirse poco más de un año de una especie de refundación de la entidad hasta renovar de forma prácticamente total su voluntariado.
Carmen Prada fue una de esas nuevas voluntarias que acudieron a la llamada de la secretaria del Banco, Esther Reyes, en la Navidad de 2017. Y ya la conocen como ‘la jefa’ por su disposición y dotes de mando. Carmen divide el año en dos ritmos: seis meses en el mítico puesto de helados de La Jijonenca en la Plaza de Lazúrtegui y otros seis en el Banco de Alimentos. Como quiera que el cambio climático le complica cada vez más la vida al hombre del tiempo, no es raro que en días desangelados de primavera cambie los cucuruchos por la leche para bebés, de las pocas cosas que todavía se le resisten cuando se pone a la tarea de recibir y distribuir los productos entre las 56 asociaciones a las que suministra alimentos el Banco.
Los 56 colectivos suman un total de 4.862 beneficiarios, una cantidad que ha repuntado en el último cuatrimestre, la prueba de que la crisis se ha recrudecido al compás de los embates al empleo en El Bierzo de finales del año pasado. “Había un soporte en la ayuda que prestaban las familias. Pero si no hay ingresos, todo se agota”, advierte la secretaria del BAS, que aporta otro dato elocuente del impacto de la recesión en las 48 personas que en el último año y medio han dejado la bolsa de voluntariado de la entidad para grandes eventos como la Operación Kilo por haber salido de la comarca en busca de un futuro mejor.
Hubo un tiempo en que el Banco de Alimentos ponía cara a las necesidades. Las colas pasaban a la acera de en frente en solar de la calle Río Selmo para recibir los lotes de víveres. “Hoy no se podría llegar así a todos”, reconoce Damián Tascón sin obviar que el método actual de reparto a través de las asociaciones protege la intimidad de los usuarios. “Y este procedimiento permite hacer el trabajo con más exactitud y más desahogo”, añade. También se ha ganado en rigor. El Banco pide cada tres meses documentación a las asociaciones beneficiarias. Y constata que las necesidades siguen creciendo: en 2018 entregó 612.000 kilogramos de alimentos, 40.000 más que en 2017.
El Banco atiende a un total de 4.862 beneficiarios, una cantidad que ha repuntado en el último cuatrimestre, la prueba de que la crisis se ha recrudecido al compás de los embates al empleo en El Bierzo
Las mismas furgonetas que descargan los primeros lotes procedentes de un puñado de supermercados y panaderías a las 10 de la mañana vuelven a arrancar para el reparto a los centros, una a los más cercanos y otra a los más lejanos en un colectivo cuyo ámbito territorial viene marcado por el cauce del Sil y hay que llegar hasta Villablino y Valdeorras. El Banco cuenta con 23 voluntarios operativos (entre los que se cuentan amas de casa, así como mineros, guardias civiles, administrativos y monitores de autoescuela jubilados) y hasta 180 en una bolsa para atender operaciones. Pasó en 2018 de dos a tres empleados. Uno de ellos es el jefe de almacén, Javier Barroso, quien se coordina con Carmen Prada para tener todo bajo control. “Ella es exquisita. Coge todo a la primera”, dice Javier de Carmen, a la que la secretaria del Banco compara con ‘Billy el Rápido’. “La tienes que frenar”, cuenta. “Yo estaría aquí hasta las 2. A la 1 me tienen que echar”, tercia Prada, que se ganó a pulso el Premio Trono Popular a la Labor Callada de Radio Bierzo. “Y llego a casa y mareo a mi hermana con las cosas del Banco”, añade.
El BAS se ha ganado la confianza de sus superiores hasta ostentar una vicepresidencia de Febacyl (Federación de Bancos de Alimentos de Castilla y León) y contar ya con una cámara de frío para congelados y próximamente con una furgoneta concedidas por Fesbal (Federación Española de Bancos de Alimentos). “Hemos actualizado protocolos sanitarios. Sanidad nos exige como a un mayorista de alimentación. Funcionamos como una empresa”, apunta Esther Reyes, que comparte directiva con Manuel Rey (vicepresidente), Javier Martínez (tesorero), Gerardo Sal y Javier Gil (vocales) y la experiencia de Damián Tascón al frente de un colectivo que cada mañana se pone en funcionamiento para evitar que la crisis haga mella en los más vulnerables. “Lo ideal sería que los bancos de alimentos desapareciéramos porque no hiciéramos falta”, afirma Tascón mientras la realidad se empeña en decir lo contrario.

“Lo ideal sería que los bancos de alimentos desapareciéramos porque no hiciéramos falta”, dice Damián Tascón, fundador y presidente del BAS desde 1997