Santiago Sabugal descubrió el encanto de una tierra al mismo tiempo que estaba en primera línea del engranaje de su motor económico. “La gente que canta normalmente es gente buena”, dice al rememorar “noches deliciosas” al calor del vino, la tortilla y el jamón en Villafranca del Bierzo antes de posar para la foto con un teléfono negro responsable de algún desvelo en otras noches en las que tocaba reparar averías de aquella maquinaria industrial que hacía carburar la actividad de una comarca. Sabugal fue director de la central térmica Compostilla II de Endesa en Cubillos del Sil cuando todavía se alimentaba exclusivamente de carbón autóctono. Y dejó el cargo convencido de que su futuro pasaba por una captura del dióxido de carbono que se quedó por el camino.

Santiago Sabugal, en La Pola de Gordón, posando junto al cuadro de la central térmica de As Pontes

Santiago Sabugal, en La Pola de Gordón, posando junto al cuadro de la central térmica de As Pontes

Santiago Sabugal pasó cinco meses en Alemania antes de establecerse primero en As Pontes y luego en Compostilla. “Técnicamente no eran mejores que nosotros, pero la clave estaba en la organización”

La Noche de Reyes se cierne entre la nieve en La Pola de Gordón mientras Santiago Sabugal hace memoria. Nació en Los Barrios de Gordón cuando los ecos de la posguerra todavía sembraban de división y desconfianza una zona de “economía pujante” en la que convivían agricultura, ganadería y minería. Su padre trabajaba en la mina. Y a él le tocó atender al ganado antes de hacer con 17 años el ingreso en el Bachillerato, que cursó en los Agustinos en León. “Y allí se enseñaban valores”, recalca. La enciclopedia Tecnirama orientó su vocación. Atraído por la energía nuclear, empezó la carrera de ingeniero industrial en Bilbao y la concluyó en Madrid por la rama de técnicas energéticas. Ya estaba seleccionado para la Junta de Energía Nuclear (“era lo máximo para mí”) cuando un profesor le avisó de que Endesa sacaba la plaza de jefe de Mantenimiento del Sistema Hidroeléctrico del Noroeste. Y así trazó su camino.

Sabugal se guardaba un ‘as’ en la manga dado que por entonces Endesa todavía calibraba la posibilidad de abrir una central nuclear en Valencia de Don Juan cuando le cambiaron la hidráulica por la térmica para lanzar la mayor central de Europa en As Pontes (A Coruña). “Y yo nunca había pasado de Piedrafita…”, reconoce. Fue en octubre de 1974 cuando se incorporó a Endesa haciendo escala en Ponferrada. Compostilla, a la que por entonces se le consideraba “la universidad de las centrales térmicas” en España, se le quedó pequeña cuando le mandaron cinco meses a la de Neurath, en Alemania: “Y allí comprobé la diferencia entre un país desarrollado y uno no desarrollado. Técnicamente no eran mejores que nosotros, pero la clave estaba en la organización. En Compostilla se quitaban las hierbas con herbicidas; allí metían ovejas”. Encandilado ya con las térmicas y desechada la opción de la nuclear, tocaba aplicar lo aprendido.

“Después del cuerpo humano, lo más complicado es una central térmica”, le había dicho un profesor inglés. De regreso a España, pasó unos meses por Compostilla antes de establecerse como jefe de operación de As Pontes para luego asumir la dirección hasta 1981. “Me importaba más aprender que el hecho de que me ascendieran. Jamás pedí un ascenso”, cuenta. Con una hija alérgica a los ácaros (“y en 1978 en Puentes llovió todos los días del año menos tres en agosto”) y el cargo de director vacante en Compostilla II, sí pidió el traslado al Bierzo. ¿Qué se encontró allí? “Era una central desorganizada, pero con grandísimos profesionales”, responde para subrayar la importancia formativa de la Escuela de Aprendices de Compostilla y la Sindical. “Hicimos cosas de novedad mundial que causaron sorpresa en Bruselas”, señala para referirse a cuestiones relacionadas con la técnica de la caldera como la desgasificación en el condensador.

Asumió la dirección de Compostilla II en 1981. “Era una central desorganizada, pero con grandísimos profesionales”, dice para subrayar la importancia formativa de la Escuela de Aprendices y la Sindical

Santiago Sabugal, el verano pasado con compañeros que trabajaron en la central y el todavía director Luis Fernández Sabugal y el director de Producción Eléctrica de Endesa José Reibelles, en una visita a Compostilla II

Santiago Sabugal, el verano pasado con compañeros que trabajaron en la central y el todavía director Luis Fernández Sabugal y el director de Producción Eléctrica de Endesa José Reibelles, en una visita a Compostilla II

El Bierzo de 1981 ya no era exactamente el mismo de 1974. “Empezaron a cerrar tiendas pequeñas que tenían cierto encanto, pero el ambiente era parecido. La minería tenía vitalidad”, dice para referirse a un mix económico en el que también aportaban su cuota otros sectores como el acero con Roldán. “El nivel de vida era bueno”, destaca. El teléfono negro sonaba a veces en su casa de Compostilla para solucionar averías. De las reuniones con el personal surgían “ideas brillantes” premiadas con regalos pensados también para implicar a las familias. Sindicalistas como Eugenio Ugidos o Ramón Acebedo “sabían hasta donde se podía reivindicar”. Y la cabeza visible debía asumir su papel: “El que más manda no es el que más sabe. Un directivo debe tener tres cualidades: conocer el negocio, capacidad de organización y capacidad de motivación”.

Fue nombrado en 1995 director de Ingeniería de Endesa: “El que más manda no es el que más sabe. Un directivo debe conocer el negocio, capacidad de organización y capacidad de motivación”

El resultado fue “ponerse al nivel de las mejores centrales alemanas y holandesas” con un carbón “malo, con muchas cenizas y pocos volátiles” hasta que un viernes por la tarde de 1995 sonó el teléfono, esta vez para comunicarle un ascenso. Fue nombrado director de Ingeniería de Endesa. “Yo no quería ni pensaba en irme”, reconoce. Pero al otro lado no se admitía un no por respuesta. Implicado en la Plataforma Tecnológica del CO2, desarrolló un proyecto de oxicombustión incluso con un punto de almacenaje en Sahagún. Ciuden “no logró involucrar a empresas españolas” y la crisis de 2008 desbarató iniciativas que, a su juicio, habrían servido para aportar valor añadido a otros sectores y mantener hoy con vida con un nuevo grupo a Compostilla II, donde considera que quedará “un buen emplazamiento para industrias alternativas” para sacar de la atonía a una tierra “en la que ya no hay la alegría que había”.

Santiago Sabugal, exdirector de la central térmica Compostilla II, en La Pola de Gordón con el teléfono que le avisaba de las averías en las instalaciones

Santiago Sabugal, exdirector de la central térmica Compostilla II, en La Pola de Gordón con el teléfono que le avisaba de las averías en las instalaciones