Si el París de los años 20 era una fiesta, también lo fue la Ponferrada de los 80. Revisitar el pasado es un ejercicio peligroso de idealización, olvido y nostalgia. Una década da para mucho y la que consolidó la democracia fue una curiosa y gloriosa amalgama en la que convivieron al mismo tiempo Alaska y los Pegamoides, Almodóvar, Pajares y Esteso y Rocío Jurado. En el Bierzo, mientras los faberenses Tito y Tita hacían las américas cantando rancheras, grupos como Menta o Luna llegaron a lo más alto de las listas nacionales. Los padres le daban al brandy y al ‘sol y sombra’, los hijos de la cuenca hacían correr los cuba libres y los veinteañeros de Ponferrada recorrían los garitos y discotecas de moda bebiendo cerveza para que cundiera más el dinero. De Madrid a Vigo el denominador común eran las ganas de fiesta y modernidad, lo insólito es que una ciudad como Ponferrada generalizara lo underground. “Estábamos a la vanguardia y no nos dábamos cuenta”, dice Fernando Álvarez. Él, Manolo Casero y Javier Fernández exprimieron al máximo la noche ponferradina en unos años en los que “la gente que venía de fuera flipaba, tanto por la música como por la calidad de los equipos”.
“Aquí se escuchaba una música que no se oía en ningún otro sitio”
“Esto no es un acto de flashback ñoño, en mi caso, llegué a Madrid en los 90 después de pasar todos los 80 en Ponferrada. Malasaña y Chueca eran territorio comanche, los garitos eran cutres y los equipos de música infames”, cuenta Álvarez. “Aquí se escuchaba una música que no se oía en ningún otro sitio”, dice Casero. Hay que tener en cuenta el contexto. Parece de otra época pero la música en los 80 no estaba a un clic de distancia, no podías acceder a todo lo imaginable a través de internet ni pedir un vinilo a Australia y que te llegara a casa en tres días. La música que se salía del circuito más comercial era cara y difícil de conseguir. “Los garitos te dejaban música para grabarte tus cintas en casa y tú también llevabas música a los garitos”. Los melómanos intercambiaban discos. “También había mucho interés”, explica Javier. Él empezó a pinchar en el año 86, en el 19, “intentabas buscar lo más raro, lo más nuevo y constantemente se acercaba la gente a preguntarte qué era aquello. Esa cultura underground se ha perdido”.
La ruta empezaba en la parte alta de la ciudad y el coche era imprescindible. Las primeras copas se tomaban en El Garaje, cerca de las piscinas municipales. Bajaban luego al 19, en la zona del Temple. Recalaban después en Cuatrovientos, donde estaban El Saxo, el Oye tú, el Metro y el Velero y continuaban dirección Fuentesnuevas para hacer parada en El Área. La penúltima era en el Chevrolet en Camponaraya, desde donde enfilaban a Cacabelos para ver llegar la madrugada en el Sarabá y La Misión. “Los locales ganaban muchísimo dinero, todo el mundo iba a todas partes y consumía en cada uno de ellos, el dinero se gastaba con alegría”. En aquella Ponferrada en la que se escuchaba That Petrol Emotion, Carter USM, F1N1 Tribe, The Creepers, The Toasters, Love & Rockets, Rose of Avalanche, The Woodentops, Front 242, New Model Army o The Jazz Butcher, “cuando se montaba un local, lo primero en lo que pensaban los dueños era en la música que se iba a poner, la música era la personalidad del local, no el diseño ni las tapas”.
“En Ponferrada falta una generación entera”
“Cuatro paredes, una barra y un equipo de música de varios millones de pesetas”, así eran los garitos. “Hoy te ponen la música en un ordenador, antes, la mayoría de nosotros tenía un equipo de alta fidelidad en casa”. Y ¿qué ha pasado con aquella Ponferrada? No tiene nada que ver con la calidad de la música actual ni con la afirmación de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero aquella cultura underground “se ha perdido”. “Las cosas no pasan solamente por una razón”, señala Fernando, “pero en Ponferrada falta una generación entera. En Madrid, por ejemplo, hay una comunidad tremenda de gente del Bierzo, y lo mismo ocurre en otras ciudades”. La música une, dicen, y para muestra ellos, que 30 años más tarde pueden pasarse una tarde entera compartiendo recuerdos de una ciudad que ya no existe.

La Ponferrada de los 80

La Ponferrada de los 80

Vinilos de que se escuchaban en la época