¡A fregar platos! Le gritaron desde las gradas. El árbitro paró el partido de fútbol y le pidió que abandonara el campo. “Me llamaron guarra, me rodearon mientras chillaban y pitaban”. La que habla es Joana Biarnés, primera fotoperiodista española. Lo cuenta en una entrevista a eldiario.es al hilo de ‘Una entre todos’, el documental que rescató su figura en 2016. “Hombre es que una mujer… esto no se había visto nunca, eh”, le espetaron cuando buscaba empleo. Así era la España de los sesenta. Hoy nos sentamos a una mesa con seis periodistas para hablar de una profesión feminizada pero en la que aún se tienen que soportar comentarios soeces, “de la última guarrada que me dijeron hace solo una semana”, en la que conciliar solo es una palabra bonita, “yo he podido hacer muchas fotos gracias a tener a mis padres al lado”, y en la que todavía se dan situaciones tan anacrónicas como pedirle a una profesional que le sirva el café a sus compañeros. Pero aquí estamos. Ana Fernández Barredo, fotoperiodista con más de un cuarto de siglo de experiencia a sus espaldas, Nuria Rodríguez, veintiún años de carrera, Diana Martínez, dieciocho, Vanessa Silván, quince, María Carro, diez, y Elisabet Alba, que lleva contando historias desde hace más de cinco años. En 2018, y según los datos de la Plataforma en Defensa de la libertad de Información, las mujeres periodistas representaban el 64% del sector y los hombres ocupaban el 73% de los cargos directivos. Así es la España de 2020.

De izquierda a derecha: Diana Martínez, Nuria Rodríguez, Vanessa Silván, Elisabet Alba, Ana F. Barredo, María Carro
“Durante años, cada día era un examen”, dice Barredo, y sí, “tendría mejores condiciones si fuera un hombre. “Mi situación ha cambiado mucho con el tiempo pero ¿me he sentido tratada con inferioridad? Sí. ¿He tenido que trabajar el doble para conseguir la mitad? También. “Tienes mucho carácter, me dicen a veces, pero me he tenido que hacer así, porque muchas veces me he sentido relegada por ser mujer, por ser joven, o por ambas cosas”, explica Carro. Alba coincide, “si pareces una niña piensan que no sabes de lo que estás hablando, entonces intentas ser más dura, demostrar más”. En las ruedas de prensa, en el trato con los compañeros, en las entrevistas, es difícil que la condescendencia no haga acto de presencia. Las cosas están cambiando, en eso todas están de acuerdo. “Hay muchísimas más mujeres en la profesión y también en la política”.
¿Todos, todas o todes? Desdoblar el lenguaje, utilizar el masculino genérico o usar el morfema -e como género neutro. El lenguaje inclusivo y la visibilidad de la mujer a través de la lengua es uno de los nuevos retos del periodismo, “Yo misma tengo muchas contradicciones con eso”, cuenta Martínez. Y pone un ejemplo. “Antes no me gustaba utilizar ‘enfermeras’ para referirme al colectivo hasta que un enfermero me dijo que para él era un orgullo, que la historia de esa profesión la habían construido las mujeres”. “Desdoblar el lenguaje en el periodismo no es práctico”, opina Silván. Ni entre ellas se ponen de acuerdo. ¿Lo importante? Que el debate esté sobre la mesa. “El hecho de que nos lo planteemos es bueno”, cree Nuria. Barredo es más práctica, “a mí, personalmente, me interesa más que me paguen lo mismo y que me traten igual que a un compañero, cómo me llamen me da igual”.
¿Barajar la posibilidad de relegar el trabajo para cuidar a los niños? Por supuesto, pero “¿un periodista local puede pedirse una excedencia de tres años? En seis meses se olvidan de ti, hay casos”
“Una empresa despide a una veterinaria de baja porque considera que si cuida a su bebé lactante, puede ocuparse del ganado”. Es un titular de hace apenas tres meses. La trabajadora, dice la noticia, “trabajaba en una zona rural de León”, no especifica más. “Alguien me dijo una vez que las mujeres cada vez teníamos hijos más tarde, pero ¿podría ser madre ahora?” plantea Alba. Está claro que la dificultad de ser madre no se atiene solo al mundo de la comunicación. No obstante, para Martínez es la peor parte, “tenemos horarios imposibles, pasan cosas imprevistas, recibes llamadas fuera de hora, la conciliación es una mentira, o, por lo menos, yo no lo he conseguido. Si tienes que acabar algo en casa mientras los niños comen, pues lo haces. Yo los he llevado a entrevistas conmigo”. “Yo creo que sí se puede, se llama hacer turnos y exigen más plantilla”, replica Nuria, “nos imponemos mucho, no puedes estar al 100% en el trabajo y al 100% como madre, el día tiene 24 horas”. ¿Y barajar la posibilidad de relegar el trabajo para cuidar a los niños? Por supuesto, pero “¿un periodista local puede pedirse una excedencia de tres años? En seis meses se olvidan de ti, hay casos”.
Ejemplo de otras realidades, pelean cada día para que las que vengan detrás ya no sean ‘guapas’ ni ‘bonitas’, para que no les pregunten por su jefe, para que no respondan a sus preguntas mirando a su compañero. Ellas crean, retratan y cuentan. Ya no son una entre todos. Ellas son mucho.

Ana Fernández Barredo

Nuria Rodríguez

Diana Martínez

Vanessa Silván con el fotógrafo César Sánchez

María Carro a la derecha

Elisabet Alba

A la izquierda Elisabet Alba

Nuria Rodríguez

Ana F. Barredo

De izquierda a derecha, Ana F. Barredo Elisabet Alba, Vanessa Silván y Alex Estébanez

De izquierda a derecha Vanessa Silván, Elisabet Alba Ana F. Barredo, María Carro, Diana Martínez y Nuria Rodríguez

Las periodistas bercianas en la manifestación del 8M del 2019