A veces no es necesario hacer un ejercicio de memoria, basta con encontrar el lugar idóneo que te la devuelva. Aquí huele a incienso y a nostalgia. Techos altos, mostradores de madera y una amalgama infinita y pintoresca de artículos de costura y souvenirs de España. En sus anaqueles conviven millones de botones de todas las formas y colores, bobinas de hilo, dedales, repuestos textiles, calcetines y medias, peinetas, mantillas, toros y flamencas. La historia de Casa Brindis es la historia de un barrio. Hoy, ochenta años después de su apertura, permanece inalterable, último testigo del esplendor y decadencia de La Puebla. Su fundador, Brindis Álvarez Nogales, puso su ingenio al servicio del hambre, o más bien de no pasarla, para sortear una pobreza que le había sido impuesta desde la cuna.

Casa Brindis. Álvarez Nogales, su fundador (izquierda).
Álvarez Nogales nació en Silván, en La Cabrera, en 1914. “Mi padre nació en una familia muy pobre y en una comarca muy pobre, hasta los ricos pasaban hambre”, cuenta Julio Álvarez Fernández. Él regenta el negocio desde 1979. “Con solo nueve años se puso a trabajar para otras familias por el plato de comida”. Más tarde, se fue a hacer la mili a África, “donde aprendió a hablar árabe, a escribir a máquina y a conducir”, explica su hijo. Tras la mili llegó la guerra. “Una vez licenciado tenía intención de meterse a trabajar en la mina por no volver a la huerta”. Pero de regreso la idea cambió. “Le compró un par de medias a una novia que tenía en Santalla y antes de verla ya las había vendido, entonces pensó, aquí hay negocio”.
“Durante el verano, en una semana, se podían vender hasta 300 muñecas de sevillana”
La guerra había desmantelado el escaso entramado comercial existente dejando una comarca desabastecida. Con un triciclo y un cajón, Nogales recorrió durante un tiempo los pueblos del Bierzo vendiendo agujas e hilos hasta alquilar un local en La Puebla, entonces José Antonio Primo de Rivera, en 1939. “Siempre fue muy inquieto y se adaptaba a las necesidades”. En los años sesenta, “cuando medio Bierzo había emigrado y estaba en Suiza o Alemania”, incorporó a la mercería artículos de recuerdo, toreros y abanicos. “Durante el verano, en una semana, se podían vender hasta 300 muñecas de sevillana”, dice su hijo.
Julio Álvarez creció entre la tienda y las huertas que se extendían tras ella. “Este era un barrio de ingenieros, montábamos coches y jugábamos con cohetes, aquí no había ni un balón de fútbol”. Jugaban con las manos y aprendieron a utilizarlas, por eso ahora arregla cualquier cosa, cortinas, cinturones o lo que se tercie. “Antes todo el mundo tenía una máquina de coser en casa, pero hoy no, hoy lo hago yo aquí”. Quedarse con la mercería no era su plan, pero las circunstancias dibujan el camino. Ahora, entre arreglo y arreglo, encuentra tiempo para tocar su saxo, siempre a mano, o escuchar alguno de los más de 200 vinilos que guarda en la trastienda. Si no lo encuentras entre costuras puede que esté actuando con Smokey Blue o con la banda del Tararí.

Julio Álvarez regenta la tienda desde la jubilación de su padre en 1979
Con el auge del comercio, Casa Brindis llegó a tener hasta cuatro empleados, “más mi padre y dos hermanos”. “Los días de mercado no cerrábamos a mediodía, venía gente de todo El Bierzo, hasta de Villablino, porque todo el mundo hacía la ropa en las modistas, hoy nadie cose”. La Puebla, arteria comercial de Ponferrada durante los 70 y 80, albergaba hasta seis sastrerías. Su padre comprobó de primera mano esa evolución. “Cuando él llegó no había nada, luego se convirtió en la calle principal, todos los comercios importantes se ponían aquí”. Fueron décadas de cambios. “A medida que crecía la ropa de confección la mercería fue bajando”, explica.
Brindis es una superviviente, parte y alma del paisaje de la ciudad. Apenas dos años separan a Julio de la jubilación. Cuando llegue el momento, la mercería, como tantos otros antes, cerrará su puerta dejando al barrio huérfano de historia viva.

Casa Brindis

Solicitud de licencia Casa Brindis

Solicitud de licencia Casa Brindis

Casa Brindis

Casa Brindis

Casa Brindis

Casa Brindis

Casa Brindis. La casa registradora fue adquirida por su padre en 1939 de tercera mano