“¿Garbanzo o alubia?”. La banda sonora de cada miércoles y sábado en la barra de El Recreo se detuvo en noviembre para cambiar de lugar y de frecuencia a partir del próximo año. El bar abierto más antiguo de Ponferrada, el segundo en contar con televisión, el de los desayunos para una comarca que madrugaba para hacer carburar sus sectores tradicionales, el de la ronda del mediodía con tortilla de patata y algo más o el bullicioso de los grandes partidos de fútbol deja su sitio de siempre, el de la esquina de Gómez Núñez y Ramón y Cajal, para trasladarse 71 años después al número 62 de la Avenida de América, en el Barrio de los Judíos, donde los callos con garbanzos o alubias ya no serán sólo para los días de mercado.

Imagen más antigua que se conserva de El Recreo, entre las calles Gómez Núñez y Ramón y Cajal
Su primer regente, Noris, confiaba a sus sucesores que cualquier día a las nueve de la mañana ya había hecho caja para toda la jornada tras haber despachado orujo o coñac a razón de 5 pesetas el chupito
El Café Bar El Recreo abrió sus puertas en el año 1948, cuando Ponferrada dejaba atrás la posguerra y comenzaba un despegue económico que le dejó para siempre el cartel de la Ciudad del Dólar. Así lo pudo experimentar su primer regente, Noris, que aseguraba a sus sucesores que cualquier día a las nueve de la mañana ya había hecho caja para toda la jornada tras haber despachado orujo o coñac a razón de 5 pesetas el chupito a quienes así ‘cargaban’ fuerzas para arrancar sus principales motores industriales con la parada de los autobuses Pelines a tiro de piedra. Su hijo Miguel Ángel tomó el relevo y dejó el testigo en 1986 a Urbano Torres García, que cambió el lugar de la puerta de entrada e introdujo una característica tortilla de patata de pincho. La receta quedó en la familia. Y su sobrino Miguel Ángel Palla sirve desde hace 25 años cada día las tres de 16 huevos que acompañan las consumiciones.
Palla todavía conoció los buenos tiempos, los de madrugar para despachar desde las seis hasta las nueve de la mañana alrededor de 60 desayunos principalmente para los trabajadores de las minas y las térmicas ahora en vías de extinción. La reconversión ha dividido esos primeros cafés, la principal seña de identidad del bar para su actual regente, que tira de calculadora para multiplicar una media de 200 diarios por 25 años hasta acercar la estadística a los dos millones en este último cuarto de siglo de El Recreo. No por casualidad ‘La casa del café’ era el lema de su fachada, ahora simple recuerdo del pasado por el cierre del establecimiento como consecuencia de la aplicación de los alquileres de renta antigua.
Lugar de paso en una zona de oficinas y comercio cercana al intercambiador de autobuses urbanos, El Recreo era punto de encuentro en la ronda del mediodía, sobre todo antes de la entrada en escena de Fernando Miranda y La Rosaleda y cuando la competencia del casco antiguo se limitaba a las bodegas. Las consumiciones se acompañaban de tortilla de patata y otro pincho, de entre los que destacaban las albóndigas, los champiñones, la empanada o el sándwich. Su historia también está salpicada de goles. Los de España en el Mundial de Sudáfrica hicieron triplicar su aforo por momentos. Los de la Ponferradina dejaron a Palla en calzoncillos cuando todavía era portero en el ascenso a Segunda B contra el Titánico en 1999 en el autobús al paso del bar camino de Lazúrtegui.
El actual regente, Miguel Ángel Palla, todavía conoció los buenos tiempos de despachar alrededor de 60 desayunos principalmente para los trabajadores de las minas y las térmicas ahora en vías de extinción

Miguel Ángel Palla, con su mujer y sus hijas

El último cliente en entrar en el viejo El Recreo

El Recreo se despidió de sus clientes en Gómez Núñez para abrir una nueva etapa en la Avenida de América
En los últimos 25 años, El Recreo ha despachado cerca de dos millones de cafés y tres tortillas de 16 huevos al día para los pinchos, con el característico de callos con garbanzos o alubias los miércoles y sábados
Sin cambiar la esencia de un bar de tradiciones, de partida de cartas tras la comida y de limonada y procesión del Silencio en Semana Santa, Miguel Ángel Palla le dio un “lavado de cara” con una reforma para sustituir el suelo de granito y la barra de madera por materiales modernos conservando la luz de neón del mítico letrero. Ahora podrá compensar lastres como la falta de cocina y de espacio para la terraza en el nuevo emplazamiento, donde multiplicará por cuatro el espacio (de 40 a 160 metros cuadrados), contará con barra exterior y dejará la planta de arriba para disfrutar de tapas y comidas.
El Recreo se prepara para desembarcar pasada la Navidad en el Barrio de los Judíos. “Cambiar de sitio es un pequeño riesgo. Pero la gente mayor sale más que antes. Y nosotros primamos la atención al cliente. Al final dependes de la gente”, dice Miguel Ángel Palla, nacido en Dortmund (Alemania), hijo de la emigración, de padre de Encinedo (Cabrera) y madre de Sorbeda del Sil (Páramo del Sil), relato de una comarca rural que bajaba principalmente los días de mercado a Ponferrada y se pasaba por El Recreo, que ahora ofrecerá entre 10 y 15 variedades de pinchos. Y los garbanzos y las alubias volverán a ser la disyuntiva para disfrutar de sus callos.
El nuevo local, que abrirá pasada la Navidad en la Avenida de América, multiplica por cuatro el espacio, dispondrá de barra exterior, terraza y planta alta para tapas y comidas

Miguel Ángel Palla (derecha), con muchos de los ‘habituales’ de la última etapa de El Recreo

El último billete de Lotería de Navidad, este año agotado en El Recreo

El antiguo bar apenas disponía de espacio para terraza