El 8-M todavía no era un movimiento desbordante con reivindicaciones a pie de manifestaciones multitudinarias; Raquel Mirón todavía no sabía lo que era actuar en casa; y la crisis económica ya sabía lo que era truncar proyectos. El 8 de marzo de 2012, la actriz berciana ya había sido Ofelia en ‘Hamlet’ junto a Juan Diego Botto. Pero aún no había pasado por la prueba de subirse a un escenario frente a ojos y rostros familiares y conocidos. Ella y un grupo de jóvenes habían respondido a la recesión “liándose la manta a la cabeza” y formando su propia compañía, Serendipia Teatro. Y se disponían a honrar a la mujer reivindicando el papel de aquellas que sirvieron de enlace a la guerrilla antifranquista. ‘Maquis’ fue la fórmula.

Raquel Mirón

El 8 de marzo de 2012, Mirón ya había sido Ofelia en ‘Hamlet’ junto a Juan Diego Botto. Pero aún no había pasado por la prueba de subirse a un escenario frente a ojos y rostros familiares y conocidos

Representar ‘Maquis’ los días 8 y 9 de marzo de 2012 en el Teatro Bergidum de Ponferrada no fue casual. El movimiento sindical quería dar auge a la celebración del Día Internacional de la Mujer en medio de una crisis económica galopante. Raquel Mirón lo vivía de cerca. Su padre, Vicente Mirón, era entonces secretario comarcal de Comisiones Obreras. Y la reivindicación se alió con la cultura para hacer hueco a ‘Maquis’, que acabó llenando el municipal ponferradino en los dos días de función. Puede que entonces ya se estuviera generando el caldo de cultivo de un movimiento feminista que estalló con las manifestaciones masivas de 2018.

El título remitía a una figura masculina, la de los guerrilleros que mantuvieron la lucha contra la dictadura de Franco tras la Guerra Civil. “Pero el papel femenino en la posguerra también fue muy importante como enlace. Estaban invisibilizadas y había que ponerlas en el foco”, dice la actriz de Toreno. La dirección y buena parte del reparto de una agrupación nacida de la complicidad entre compañeros de estudios también eran femeninos. Y la obra se ponía en escena en la capital de una comarca que conjugó el verbo resistir en sus montes tras la Guerra y que, sesenta años después, fue la cuna del rescate de la memoria histórica con la excavación de fosas.

A Raquel Mirón la experiencia en Serendipia Teatro le permitió ir más allá de la mera interpretación hasta poder “olfatear” otras facetas y ser ayudante de dirección en una compañía propia con la que fraguó su despegue profesional recién terminados sus estudios. ‘Maquis’ fue también una manera muy apropiada de debutar en casa, un torrente de emociones sobrepuestas. “Te expones más porque ves ojos que sabes que te reconocen. Y te pones más al límite. Pero ver a esas personas, y algunas de ellas ya han fallecido, también es una emoción”, señala la actriz para recordarse entre la “valentía” y la “inocencia” en su primer día sobre las tablas del Bergidum.

El título remitía a una figura masculina. “Pero el papel femenino en la posguerra también fue muy importante como enlace. Estaban invisibilizadas y había que ponerlas en el foco”, dice la actriz de Toreno

Raquel Mirón (izquierda), en ‘Maquis’