Los cantos y bailes que acompañaban la siembra, la matanza, la vendimia, que alegraban las fiestas y hacían más llevadero el trabajo; las costumbres, los dichos y las historias de vida que se esconden en cada casa, en cada pueblo a lo largo de esta extensa comarca. Eso es lo que intenta recuperar Diego Bello junto a Denise Silva, su pareja profesional y personal, a través de un intenso trabajo de campo, luchando contra reloj para que no se pierda la memoria oral de lo que fuimos. Músico, divulgador e investigador, sigue la estela del recopilador Amador Diéguez Ayerbe y sostiene que “la fuerte desconexión” con la generación de nuestros abuelos ha provocado una pérdida del saber en la mayoría de los casos. “No ha habido continuidad”, asegura.

Diego Bello y Denise Silva
Bello comenzó a estudiar gaita de niño en la escuela de Posada, donde vivía, en un momento en el que reinaban el desapego y los complejos en torno a la música tradicional. Quizá por eso hoy se acusa la falta de relevo generacional en instrumentos como el tamboril y la pandereta, aunque “hay gente joven a la que le encanta esta música”, puntualiza. “La vida cambió y se perdió el contexto”. Así se explica la desaparición de bailes y géneros musicales como el baile suelto antiguo que, salvo excepciones como las danzas de Fornela, “totalmente vivas, con arraigo y hechas por gente de allí sin intermediarios”, está prácticamente perdido. La irrupción de las orquestas en el siglo XX contribuyó en gran medida al olvido de variedades musicales. Como ejemplo el ‘bienparao o ‘el chao’, “los géneros más antiguos que la gente recuerda y de los que solo quedan pinceladas”.
“La gaita es tan nuestra como de cualquier otro sitio”
“Los tamboriteros del Bierzo Alto tocan más rápido y más redoblado”, es solo una muestra de la diversidad dentro de lo común. De Benuza a Ancares cambian los cantos, los bailes y se observa una prevalencia de unos instrumentos frente a otros. “Decir esto es de aquí y punto es tipismo”, dice. La heterogeneidad es riqueza. En cuanto al debate sobre la procedencia de la gaita, Bello afirma que “la memoria oral se puede rastrear hasta finales del XIX y los documentos y testimonios demuestran que es tan nuestra como de cualquier otro sitio”. A pesar de que aún no han aparecido las gaitas antiguas construidas en El Bierzo encontrarlas es uno de los objetivos.
Ahora que se ha puesto de moda el término proximidad, Bello apuesta por aplicarlo también a la música, consumir cultura de cercanía. Reivindica la recuperación de espacios y una mayor presencia de la música tradicional en las calles de forma más espontánea y lúdica. “En sitios como Ponferrada los tamboriteros acompañaban a los gigantes y cabezudos por los barrios de la ciudad durante las fiestas, ahora eso ha desaparecido”. Para impulsar el conocimiento y la recuperación de costumbres hoy en desuso ha creado el blog ‘Tocar bajo Teito’ y las iniciativas virtuales ‘Ponga un tamboritero en su fiesta’ y ‘Yo canto aguinaldo’. Forma además parte del grupo ‘Los pamplinas’ con el que “cantamos y contamos” y es profesor de música tradicional en la Escuela de Folklore de León, en el Centro Galicia de Ponferrada, en Carracedelo y en la Asociación Los Barrios, entre otros lugares.
“Internet se ha convertido en un hueco muy interesante para este tipo de cosas, aparecen cosas chulísimas”, dice, “y por suerte todavía queda mucho por descubrir”.

Procesión de La Encina

Danzantes Trascastro

Un día de baile en Sorbeda

Fiestas de La Encina Ponferrada

Tamboritero de Fornela

Diacobo San Juan de Palazuelas

Abelardo y Antono con el tamboritero de Noceda

Gaitero Sotelo

Banda de gaitas Centro de Galicia en Ponferrada

Diego Bello

Diego Bello (segundo por la izquierda) con su grupo Los Pamplinas

Presentación del disco Tocando bajo Teito en el teatro Bergidum