Para que unos padres no se echen las manos a la cabeza cuando el hijo les dice que quiere ser periodista, quizá el secreto sea amenazar primero con ser dibujante de tebeos. Cierto también es que los hay que hasta te darían el dinero para montar un chiringuito en Zihuatanejo y justo de esa calaña parecen ser los de Alejandro, que incluso contactaron con un cura para que lo recomendara en la Pontificia de Salamanca sin éxito, “ya le dije yo a mi madre que cómo nos iba a recomendar ese señor si no nos conocía de nada, pero a ella le pareció fatal”. Eran aún los tiempos de los distritos universitarios y acceder a una facultad pública en un distrito diferente al tuyo no era nada fácil. “Hicieron un gran esfuerzo”, aclara, y él correspondió al empeño, obviamente, por eso estamos al sol este Viernes Santo tomando un café en la plaza junto a la que vivía la que aún hoy es su mejor amiga desde los seis años. Pocos más tenía él cuando al ver a Jesús Hermida en la tele se dijo “si esto es la televisión, yo quiero dedicarme a esto”. Un tipo de ideas claras, Macías. Locuaz y exquisitamente amable, habla sobre su vida y te pregunta sobre la tuya a partes iguales. Entrevistador, divulgador, periodista, berciano y abstemio, reconocemos sin pudor que estas últimas tres características no las habíamos visto ni escrito juntas hasta el momento. 

Alejandro Macías, de niño

Alejandro Macías, de niño

El año de su nacimiento, Curro Jiménez cabalgaba amedrentando a los franceses en la Serranía de Ronda, Marco buscaba a su madre y se estrenaba en España Hombre rico, hombre pobre. La Ponferrada de entonces, cubierta del hollín negro que se despegaba de la montaña de carbón, era una ciudad más sucia, más fea y más viva que la actual, y aquel bebé que hoy solo tiene 45 años y no 90, ya puede decir eso de “antes, todo esto era campo”. En 1977, Informe Semanal llevaba ya cuatro años en parrilla y ese niño que se ha pasado la vida investigando por puro placer la historia de la televisión no podía imaginar que formaría parte del especial de TVE dedicado al veterano espacio de reportajes por su 50 cumpleaños. Macías, que creció jugando al brilé y montando en bici con los amigos, no flipaba con Maradona ni con Hugo Sánchez, pero sí con los periodistas que estaban en conflictos bélicos, con Mayra Gómez Kemp y Joaquín Arozamena, con La bola de cristal y con La Clave. “Veía La Clave y no entendía nada, claro, pero me alucinaba la música, la liturgia”. La televisión era espectáculo, entretenimiento e información, pero también punto mágico hacia el que miraba la sociedad y todos los muebles del salón. 

“Los lunes en el colegio”, primero en el San Antonio y después en La Borreca, “todos comentábamos lo que había pasado en el Un, dos, tres el viernes. De hecho, convencer a mis padres para que me dejaran quedar a verlo fue un logro, por eso cuando lo pasaron a los lunes el drama de todos era saber si lo íbamos a poder ver o nos iban a mandar a la cama”. Cuando llegó al Gil y Carrasco, Alejandro tenía clarísima su vocación y ya participaba en Radio Cima y Tele Cima con programas y tertulias, por eso al terminar el instituto se fue a Madrid “ilusionadísimo” a estudiar periodismo. Consiguió una beca de trabajo en la propia universidad y después, con su desenfado y con la total convicción de que no lo iban a coger, se presentó a un casting para presentar un programa en Telemadrid SAT el mismo día en que volvía a casa para las vacaciones de Navidad. “Me presenté con mi maleta y todo”. Lo cogieron y durante dos años presentó cinco programas semanales en el primer espacio diario de informática que se emitía en una televisión generalista. 

Alejandro Macías, en Radio Bierzo

Alejandro Macías, en Radio Bierzo

Alejandro Macías, con Conchi Álvarez y Ana de la Fuente, en Televisión Ponferrada

Alejandro Macías, con Conchi Álvarez y Ana de la Fuente, en Televisión Ponferrada

Alejandro Macías, con Sonia Bardón en Televisión Ponferrada

Alejandro Macías, con Sonia Bardón en Televisión Ponferrada

“Siempre tuve claro que la televisión era muy inestable, temporal”, explica. La segunda gran aventura le llegó pasando unos días de vacaciones en Galicia con su familia. Vio un anuncio para un casting en Santiago y acabó participando en el lanzamiento de lo que sería Localia. “Fue duro acostumbrarme a la ciudad, trabajábamos 14 horas al día y fue el año más lluvioso desde que había registros”. Después (y los que ven la gallega lo recordarán bien) presentó durante cuatro años Criaturas, “viajábamos por toda Galicia buscando historias sobre animales”. Redactor y guionista de multitud de proyectos para distintas televisiones autonómicas, pasó también una “intensa temporada” como coordinador de reporteros y presentador de un magazine de tarde en Extremadura. 

Escribió Enric González que “en la infancia se forja nuestra idea platónica del mundo”, pero pocos son los que persiguen con ahínco esa idea pasados los años. La ‘caja tonta’ que iba a idiotizar a una generación entera dio alas e inspiración a muchos y su historia, excelentemente contada en el blog de Macías, es el mejor reflejo de la sociedad que fuimos. 

Alejandro Macías, en una retransmisión en Ponferrada en 1997

Alejandro Macías, en una retransmisión en Ponferrada en 1997

Alejandro Macías, en un programa en Telemadrid SAT

Alejandro Macías, en un programa en Telemadrid SAT

Alejandro Macías, en Localia en 2001

Alejandro Macías, en Localia en 2001

Alejandro Macías, en un programa de Radio Galega

Alejandro Macías, en un programa de Radio Galega

Alejandro Macías, en el programa 'Criaturas' de Televisión de Galicia

Alejandro Macías, en el programa ‘Criaturas’ de Televisión de Galicia

Alejandro Macías, con David Attenborough

Alejandro Macías, con David Attenborough

Alejandro Macías, con Carmen Sarmiento

Alejandro Macías, con Carmen Sarmiento

Alejandro Macías, con la calabaza Ruperta

Alejandro Macías, con la calabaza Ruperta

Alejandro Macías, en Ponferrada

Alejandro Macías, en Ponferrada